Carlos Bousoño García recibió el pasado sábado el XXVII Premio Francisco Martínez Castrillo, otorgado por el Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Asturias, como reconocimiento a sus cualidades humanas, su inquietud científica y su actividad colegial. Nacido en México DF en 1953, este hijo de emigrantes asturianos es a la vez pediatra y dentista (estomatólogo), un perfil profesional muy poco frecuente. Trabaja en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) como responsable de la sección de gastroenterología, hepatología y nutrición infantil, y ejerce como estomatólogo en el ámbito privado. Además, es profesor titular vinculado de la Universidad de Oviedo.

-Usted es un dentista singular. Fue pediatra antes que estomatólogo. ¿Por qué?

-He tenido la suerte de recibir una formación familiar y universitaria muy buena. En mi familia tenemos varios artistas, pintores, músicos y poetas. Mis padres son químicos, pero a mi padre Luis siempre le gustó la medicina y habría sido un buen cirujano si hubiese tenido medios. Yo fui el primer médico, pero después otros dos hermanos terminaron también la carrera de medicina. Uno se hizo psiquiatra y el otro estomatólogo. Todos en Oviedo. Mi vocación de pediatra nace de la mano de mi maestro, el profesor Manuel Crespo Hernández, que me cautivó por su buen hacer y sus enseñanzas. Una vez pediatra, me especialicé en nutrición y aparato digestivo.

-¿Y luego?

-Siempre me atrajeron la odontología y los cuidados de la boca. No gozo de una buena salud dentaria, lo que me hizo conocer y respetar desde niño a los dentistas que me han curado. Por eso me hice estomatólogo y compatibilizo ambas profesiones lo mejor que puedo.

-¿Qué es lo que más le gusta de la profesión de pediatra?

-Los niños siempre son los más desprotegidos de nuestras sociedades, y me apetecía dedicar mi vida a defenderlos. Nuestros pacientes no siempre se curan, pero nos ofrecen siempre sonrisas, humor y sinceridad. Tratar niños es una de las profesiones más hermosas y estimulantes.

-¿Y lo mejor de ser dentista?

-Que es una profesión liberal. En tu clínica eres un médico, un gestor, un profesor y un artífice. Sólo dependes de ti mismo, de tus cualidades, de tu formación continuada y de tus conocimientos y habilidades para progresar y poder ofertar calidad en tus trabajos, algo no siempre fácil cuando tratas con niños, como es lógico. Siempre me ha preocupado que los niños no estén bien atendidos en sus cuidados bucodentarios. Muchas veces es por ignorancia y abandono, porque no se da importancia a la dentición de leche; y otras por prácticas profesionales deficientes. Es preciso facilitar la sedación y el control de la conducta en los consultorios si queremos ofrecer nuestra ayuda profesional. Ciertas instituciones sanitarias nos prohiben el uso de hipnótico-sedantes en nuestras clínicas y te exigen disponer de un quirófano para contar con los servicios de un anestesista.

-¿Cómo ve el nivel de las dos especialidades en Asturias?

-La pediatría está bien defendida profesionalmente, tanto en atención primaria como en los hospitales. El salto de calidad debe ser la apuesta por la investigación, porque al tratarse de niños se nos ponen muchas trabas, y por generalizar a toda la población la prevención y el uso de vacunas imprescindibles.

-¿Y la odontología?

-Es necesario que se generalice la prestación de servicios a través de la sanidad pública, aunque ciertos tratamientos requieran copago.

-¿Y usted cree que es viable?

-En odontopediatría deberían generalizarse, y de forma gratuita, la profilaxis, el cuidado de la boca y las revisiones preventivas, y avanzar en las prestaciones y ayudas económicas para el cuidado de caries, enfermedades de la encía y ortodoncia. Actualmente sólo se oferta poco más que extracciones. La salud bucodentaria es responsabilidad de todos, de cada uno de nosotros, pero debería serlo también de nuestras instituciones sanitarias, como ocurre en otros países de nuestro entorno europeo.

-¿Cómo ve los frecuentes fraudes en el ámbito de la odontología?

-Existe una enorme distancia, en función de tus ingresos, entre la atención que se puede recibir. El Estado debería ayudar a costear el tratamiento y la prevención de muchas enfermedades bucodentarias. Quienes están beneficiándose de esta deficiencia son "clínicas franquicia", que ofertan una calidad que luego no se ve refrendada en los tratamientos que realizan. Se publicitan magníficamente y luego dejan mal o a medias al paciente.

-¿Cómo combatir estas situaciones?

-Debe existir un control no sólo fiscal de las clínicas, sino profesional, a través del Colegio profesional. La ley de libre competencia perjudica a los buenos profesionales y prima a los mediocres y negligentes. El paciente, que no usuario, debería recibir una información detallada junto a un contrato al inicio del proceso diagnóstico y terapéutico que evite estos abusos. Los pacientes nunca deberían acudir a intrusos o a personas no colegiadas.