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Al final de la semana

La tensión de echar las cuentas

El acuerdo para el presupuesto local, previsto para mañana, empeora en un mes el retraso del año pasado, cuando el gobierno municipal necesitó pactar con la oposición

La tensión de echar las cuentas

Pasa en casi todas las casas. A la hora de echar las cuentas se estiran las costuras y llegan las tensiones. Esto para la Universidad del niño, esto para las vacaciones, los regalos de Navidad, los libros del colegio, la clase de judo... Como no hay más remedio, el puzle termina saliendo. Y si no cuadra, se buscan opciones: ayudan los abuelos, se tira de ahorros o, cuando no hay más remedio, una pasada por el banco. En el modelo familiar español, el de todos a una, contigo pan y cebolla y hasta que la muerte nos separe (cada vez menos) triunfa la buena voluntad y la remada común. Lo peor es que el sistema no siempre funciona, o no funciona cuando resulta que hay alguno que va por libre. Si papá se lo funde en compras por internet o mamá apostando con el portátil -toma modernez, nada de vino y bingo- el castillo se desmorona. Y si las soluciones son ocurrencias sin sentido o un cofidís de última hora, poco bueno se puede esperar. Decir que el Ayuntamiento de Oviedo hace las cuentas a golpe de ocurrencia puede resultar excesivo. Pero no lo es afirmar que la unidad brilla por su ausencia, por mucho que sean un gobierno tripartito. Y no fallará quien diga que los parches para los inconvenientes se ponen a última hora, sin consultas de ningún tipo y por la vía de los hechos consumados. Dicen en los susurros del tripartito que Rubén Rosón, el concejal de Economía, de Somos, no ha estado hábil a la hora de elaborar el presupuesto. Que no ha buscado alianzas, que se lo ha trabajado lo justo y que ha jugado el partido por su cuenta. Por eso se ha quedado tirado a la hora de la verdad y pocos le han respondido cuando, en el último momento, necesito buena voluntad de terceros. Por eso se le echó el tiempo encima.

El presupuesto de Oviedo parece que, por fin, tendrá barniz de acuerdo oficial mañana mismo, casi un mes más tarde que hace un año. Cuando el gobierno de Caunedo logró pactarlo con la oposición -en concreto, con IU- era 18 de enero. La marca empeora a pesar del acuerdo mayoritario en el puente de mando del Ayuntamiento. Será un presupuesto de 211 millones, con 10,5 de inversión ordinaria a cuenta de un crédito, más las cantidades que habrá que añadir del superávit recogido y la resta correspondiente de 2 millones con los que el municipio debe indemnizar a los despedidos del plan de empleo.

A partir de mañana, cada minuto es oro. Una vez que la Junta de Gobierno dé su visto bueno en una sesión extraordinaria, el concejal de cada área tendrá que defender el dinero de su parcela en la comisión correspondiente. Se abrirá un plazo de diez días para que los grupos municipales presenten sus enmiendas, que serán objeto de debate en el Pleno. Y el documento tendrá que pasar un mes a disposición de los ciudadanos, que también pueden hacer observaciones y reclamaciones.

Oviedo llega al fin al punto de partida de todo gobierno. El presupuesto es la herramienta para desarrollar las políticas y dejar el sello de cómo uno quiere gobernar. De momento, el tripartito que aterrizó en junio a marchas forzadas poco ha podido demostrar. Ha perdido 46 días del primer ejercicio que afronta completo. Y ha sido por cuestiones como la que el pasado jueves retrasó todavía unos días más un acuerdo que parecía hecho, sobre todo por el anuncio del Alcalde. Wenceslao López había asegurado que el 12 de febrero (hace dos días) el acuerdo sería una realidad. Pero no fue así. En la comisión de Economía del último jueves, Rubén Rosón se descolgó con una anuncio que pilló a sus socios a contrapié: imposible cumplir el techo de gasto. Al día siguiente, sin pasar los papeles a los compañeros del gobierno, Somos pretendió que PSOE e IU firmasen las cuenta. No lo hicieron. Hubo mucha tensión, reproches y malas caras. No fue suficiente para que todo quedase aparcado hasta el lunes. Hasta mañana.

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