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El "botellón" de la noche de Carnaval en Oviedo indigna a vecinos y hosteleros

El Paraguas, la plaza del Sol, la plaza del Ayuntamiento y Trascorrales fueron las zonas del Antiguo tomadas por la fiesta

Lleno en la Plaza del Sol. La plaza del Sol, la del Campa, la del Monster para los veteranos, es la más popular del "botellón". Tiene bares a un costado y sus baños sirven para un apuro. LNE

José Carlos Esteves estaba seguro de que la noche del sábado iba a ser caliente. Vive en el Postigo desde hace 16 años, en pleno Antiguo, y sabe que la de Carnaval es una de las grandes. De las grandes borracheras, de las grandes fiestas, de las grandes gamberradas... El manto blanco en el portal a primera hora del día siguiente se lo confirmó. Otra vez se habían pasado. Habían entrado al edificio y habían vaciado los extintores. El olor era el de cada domingo: a caca, a pis. El decorado, de compresas tiradas, preservativos, botellas estalladas en la fachada. El ruido, el de los cubos de basura rodando, los cristales rotos... "Lo típico". No tiene todavía los 50 y no se ve un carca. "He salido mucho por aquí. Pero vienen a destrozar el barrio, no a disfrutarlo. Se sienten impunes". El "macrobotellón" fue una pesadilla en la noche de Carnaval.

El gran slam de las noches de Oviedo: el final de los exámenes, San Mateo, Carnaval y Nochevieja. "Es cuando el botellón se desboca", cuenta un hostelero que no quiere ver su nombre en el periódico. "Luego me marean (la Policía) con la hora de cierre, mil papeles... Lo tengo todo en orden pero si te buscan...". Los grandes escenarios del "botellón" son tres o cuatro, según se mire: el Paraguas, el primero que se llena, si caen cuatro gotas, ni un hueco libre; la plaza del Sol, el más popular, con bares al costado; la plaza del Ayuntamiento, para las grandes noches; y Trascorrales, para los que quieren ocultarse un poco, estar más discretos. El sábado estaban las cuatro "a reventar", según cuenta un empresario de la noche ya veterano. Para la Policía Local fue un servicio tranquilo, aunque con el dispositivo especial de estas ocasiones, "centrado en evitar el consumo de alcohol por parte de menores", aseguran fuentes policiales. No hubo grandes altercados, ni incidentes. Sin reseñas dignas de mención a a la hora de cerrar el informe de la noche.

Que no haya incidentes graves no quita que haya indignados. Como el hostelero que perdió una reserva en su bar "de un grupo grande de gente adulta que reservó una parte del local para bailar y tomar unas copas, pero que llamó para decir que no, que no podían atravesar el Antiguo para llegar, que estaba invadido de chavales de botellón". O como José Carlos Esteves, que le explicaba a su hijo Pablo, preadolescente, lo que sucede por las noches, aunque el chaval lo sabe de sobra de tantas veces que ha visto los restos. "Lo de anoche (por la madrugada del sábado al domingo) no es puntual, sino normal. Lo normal es el vandalismo". Este vecino no se cansa de escribir al Ayuntamiento -"a este gobierno y al anterior"- para pedir que tomen medidas. "No hay Policía. No entran aquí. No se trata de meterse en medio de un "botellón" de 200 a pararlo. Pero tampoco hay disuasión. Si ven a los agentes allí, no vienen a beber", reflexiona mientras avanza el domingo y pasa página de lo de la noche. Son las tres de la tarde y se va con Pablo al Carlos Tartiere.

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