Un chico normal, con un estilo de vida vinculado al deporte y preocupado por sacar adelante a su familia. Así definen en Salinas a Pablo Castro, considerado uno de los "cabecillas" de la red de dopaje que investiga la operación "Pértiga". Casado y padre de un hijo, está detenido junto a sus "colaboradores" en sus tres tiendas de suplementos alimentcios.

"No parece que vivan por encima de sus posibilidades", explicó ayer a este periódico uno de los conocidos de Castro, de origen argentino y que vive en Salinas junto a la playa en una vivienda registrada por la Policía.

Desde la apertura de su primera tienda, la de Avilés hace unos cuatro años, Pablo Castro ha colaborado y patrocinado a clubes deportivos de la ciudad, sobre todo, en los dos primeros años. El dueño quería darla a conocer y se volcó en la promoción del deporte, como explican algunos de los dirigentes que trataron con él. Parecía que le iba bien, porque luego abrió otros establecimiento en Gijón y en Oviedo, donde siguió el mismo patrón: ayudar a los clubes en busca de publicidad.

Los representantes de los clubes con los que colaboró en Avilés coinciden en que no detectaron nada que haga sospechar que Castro estuviese implicado en una trama de dopaje. "Nunca jamás invitó a tomar ninguna sustancia ilegal a ningún jugador, porque me lo comentarían a mí aunque fuera como anécdota", explica Felipe Blanco, el presidente del Belenos Rugby, uno de los muchos clubes que patrocinó, como el Real Avilés o La Curtidora, de voleibol.

Esa percepción choca con la que hay sobre él en el mundillo de los gimnasios, en el que varias personas coinciden en que "no es de extrañar que esta trama saliera a la luz", porque "había rumores".