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ESTHER TALLAH | Pediatra en Camerún. Premio "Harambee" a la promoción e igualdad de la mujer

"El hijo de una analfabeta en Camerún tiene el doble de posibilidades de morir"

"La enseñanza primaria de mi país es gratuita, pero los profesores piden dinero a los niños para costear los materiales y sacarse un sobresueldo"

Esther Tallah, ayer, en un céntrico hotel de la ciudad. IRMA COLLÍN

Esther Tallah (Bamenda, Camerún, 1957) emplea el tiempo que sea necesario para explicar el proyecto educativo que desarrolla en su país y con el que pretende dar un futuro mejor a las niñas más allá de casarse y tener hijos. Dedica la misma atención allí, en el país de África central, cuando le dice a una mujer cómo tiene que colocar una mosquitera o alimentar a sus hijos. Sabe que con las dos charlas salvará vidas. Al salir de Camerún consigue recaudar fondos para levantar una escuela en Yaoundé. Y cuando regresa y ejerce su trabajo de pediatra, logra inculcar en las madres conceptos sanitarios básicos. La doctora Tallah recibirá esta semana en Madrid el premio "Harambee" 2016 a la promoción e igualdad de la mujer africana. Previamente pasó ayer por Oviedo para participar en una cena solidaria organizada por la asociación Harambee. Mientras que hoy se reúne con el jugador camerunés del Sporting, Dani Ndi.

-Usted defiende un sistema educativo en Camerún que sea global. Más que aprender a leer y a sumar. ¿En qué consiste?

-Le voy a contestar poniendo como ejemplo a las mujeres camerunesas que no reciben educación o que son analfabetas. Sus hijos tienen el doble de posibilidades de morir. Por el contrario, los de una mujer con conocimientos tienen el doble de posibilidades de vivir. Los niños de menos de cinco años fallecen por enfermedades que se pueden prevenir y son tratables. Me refiero a la diarrea, al sarampión, a infecciones respiratorias, a la malaria e incluso a la malnutrición.

-No existe vacuna para la malaria.

-Como le digo, se puede prevenir. Cuatro de cada diez niños mueren de malaria porque sus madres no saben cómo evitar que contraigan la enfermedad. No saben que deben poner una mosquitera sobre la cama todas las noches. Lo mismo pasa con la malnutrición. Muchas creen que la primera leche que sale del pecho no es buena por su color amarillento y deciden no dársela. En realidad, es la protección más efectiva contra las enfermedades. También les dan trocitos de lo que ellas comen o los palos que mascan para lavarse los dientes.

-El presidente de Camerún, Paul Biya, lleva 29 años en el poder envuelto en la polémica. ¿Afecta esto a su acción solidaria y educativa?

-No me considero activa a nivel político. No voy a responder ni que sí, ni que no. El gobierno trabaja para fomentar la educación Primaria, que es gratuita. Luego hay organizaciones como Unicef o mi propia asociación, EFEDI, apoyan sobre todo la educación de las niñas. Para que un país se desarrolle, sus líderes deben trabajar para el pueblo. Hay que tener en cuenta que los dos grandes enemigos de nuestra educación son la pobreza y las tradiciones culturales.

-Ponga ejemplos.

-La enseñanza primaria allí es gratuita. El gobierno paga a los profesores, pero no paga los materiales. Así, los maestros piden dinero a los niños para comprar tizas o cuadernos, pero también para ganarse un sobresueldo y compensar los bajos salarios. Es decir, piden más dinero del que es necesario. Las familias no pueden permitírselo y no envían a los niños al colegio. Cuando hablo de las tradiciones, me refiero a que las niñas están destinadas desde su nacimiento a casarse y tener hijos. No a estudiar. Y si quiere hacerlo se considera que debe encargarse de ayudarla la familia del esposo.

-¿Cómo consiguió tener acceso a estudios universitarios y convertirse en pediatra?

-Tuve la suerte de tener un padre que se preocupó por la educación de sus hijas. Murió cuando yo era muy pequeña, pero transfirió su preocupación a mi madre y mis hermanas. Pasé de primaria a la educación secundaria con su apoyo y conseguí becas. El gobierno de Alemania me dio una beca parta estudiar en Berlín y me licencié. Mi historia es la prueba de que si a las niñas de Camerún se les da un oportunidad, pueden llegar muy lejos.

-Ha fundado y es la presidenta de la Asociación EFEDI (Escuela, Familia, Educación Integral). ¿Cuál es su objetivo?

-Se trata de que los niños y sus familias se involucren en el sistema educativo. Aprovechamos al máximo las capacidades de cada alumno y nos reunimos semanalmente con sus padres para explicarles el temario. Así, conseguimos que haya una continuidad en clase y en el hogar. De esta forma los padres son conscientes de que las niñas son importantes. Tanto como los chicos. El proyecto se llama Tiana y queremos que las mujeres sean universitarias.

-La cena en la que ha participado en Oviedo sirve para recaudar fondos para la creación de un complejo escolar. ¿Están cerca de lograrlo?

-Estamos en la primera fase, que es hacer una escuela infantil en Yaoundé. A largo plazo queremos levantar más escuelas en Camerún de varios niveles educativos. El apoyo de iniciativas como la de Harambee son vitales para conseguir hacer realidad nuestros planes e ir paso a paso. No soy capaz de calcular cuánto dinero necesitamos. Ahora tenemos 46 niños a los que hay que enseñar nuestro sistema educativo. Desde aquí, ayúdennos.

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