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La Rodriga, un paraíso en decadencia

El mal estado de los accesos al parque, las pintadas y el deterioro del mobiliario deslucen uno de los rincones verdes con más encanto de Oviedo

Un banco y el muro que linda con el Seminario, llenos de pintadas. L. MURIAS

Escondido entre la calle Campomanes y el Seminario, en pleno centro urbano de Oviedo, se encuentra uno de los espacios verdes más coquetos y desconocidos del municipio. Los Jardines de la Rodriga tienen el encanto de un oasis secreto, son un respiro de naturaleza en el corazón de la ciudad con vistas inmejorables, pero toda esa magia se pierde al hacer balance del deterioro que sufren los accesos y algunas partes de su mobiliario. Usuarios y vecinos de la zona exigen además mejoras en el mobiliario, más vigilancia contra los "botellones" y la retirada de las pintadas que "adornan" el entorno.

"Ten cuidado hijo, que está un poco sucio", le decía ayer Pablo Llaneza a su pequeño Manuel. Se refería al ascensor que da acceso a los Jardines de la Rodriga y que tiene entrada por la calle Campomanes. Los cristales exteriores están rayados, los botones han superado algún que otro golpe y el techo del elevador se encuentra completamente quemado a base de fogonazos de mechero, ya que alguien se ha dedicado a estampar su firma utilizando ese método. "Nosotros vivimos en el Antiguo, pero venimos mucho por aquí porque nos encanta este parque", explica Llaneza.

Al salir del ascensor el usuario se encuentra con una pasarela que tampoco presenta buen aspecto. Está oxidada y llena de pintadas. "Es una pena que no cuiden un poco más este parque, es sin duda uno de los más bonitos de Oviedo", señala Francisco Arias, que ayer había llevado a su hijo Pelayo a practicar con la bici de trial en los restos de una edificación que aún sobreviven de la época en la que en la parcela albergaba el palacio del Marqués de la Rodriga. Julio García, que lo acompañaba con su hijo Pablo, piensa lo mismo. "Los árboles y los jardines en sí están bien cuidados, pero lo que pierde a esto son los accesos y las pintadas", mantiene.

A pesar de en algunas partes del complejo existen cámaras de vigilancia, los vecinos del entorno aseguran que el parque sigue siendo un punto de encuentro para "botellones". Javier Bengoa acude mucho a los Jardines de La Rodriga con su perra "Ela" y lo sabe. "A veces sí que vienen aquí a beber. Lo peor es que lo llenan todo de basuras", asegura. Bengoa también pide que se vuelva a instalar una zona de juegos infantiles. "La han retirado y se usaba mucho", sentencia.

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