Francisco Javier Suárez Fernández, párroco de San Juan el Real, nació en Turón, "en la boca de una mina", como a él le gusta decir. Es hijo de minero y procede, por parte materna de una familia muy católica. Desde niño lleva muy arraigada la problemática de la minería y su cultura.

El largo camino de Turón al Seminario. "Fui a la escuela de la empresa Hulleras del Turón y después al colegio de los hermanos de La Salle. Cuarto de reválida lo hice en Madrid, con unos tíos. De vuelta me matriculé por libre en la Escuela de Magisterio. No era lo mío. Fui al instituto de Mieres a hacer quinto y sexto. Me tocó la 'huelgona' de 1962. Todo eran policías. Los niños andábamos atemorizados. Nos disolvían si íbamos juntos por la calle. Me puse a trabajar como cobrador de autobuses en Mieres. Tenia que revisar los billetes uno a uno y subir la mercancía a la baca del autocar".

Aquella casa de los abuelos maternos. "Ingresé en el Seminario en octubre de 1963. De niño ya jugaba a celebrar la misa. La casa de mis abuelos maternos había sido la residencia de los sacerdotes, antes de existir la casa rectoral. Los curas paraban mucho en casa. Mi padre se llevo un disgusto. Él consideraba que para el hijo de un minero lo mejor era ser médico o ingeniero. Luego lo aceptó. Mi madre era de una familia muy religiosa y se puso muy contenta. Del Seminario guardo gratos recuerdos. Fui diácono en Luarca y cura en Grado. Hicimos un campamento de trabajo con jóvenes de toda España. Se crearon lazos entre los chavales y las familias que aún perduran. También daba clases en el Instituto. Formé un grupo de teatro que actuó en París para los emigrantes asturianos y españoles. Precisamente, de Grado, Gabino Díaz Merchán me mandó a París, a una parroquia de un barrio muy chic, para atender a los emigrantes españoles, entre 1977 y 1979.

En Francia estudié pastoral catequética. Don Gabino quería que los curas saliésemos de Asturias. Se me abrieron muchos horizontes. Los españoles trabajaban en dos o tres sitios. Muchos , que estaban en las porterías, vivían en los áticos, con un baño para seis o siete familias. Lloraba de amargura. Un matrimonio portugués tenía un bebé y a la señora a la que atendían le molestaba el llanto del niño, pero no los ladridos de su perro. No paró hasta echarlos".

La experiencia en el albergue de San Lázaro. "Al poco de venir de París me pidieron hacerme cargo de la residencia del albergue de transeúntes de San Lázaro, el actual albergue Cano Mata-Vigil. Lo pusimos a funcionar. No había dinero. Hacíamos nosotros la comida y la limpieza. Tuvimos jóvenes de difícil adaptación social. Muchos salieron adelante. Fue una experiencia muy bonita. Fui profesor en las dos escuelas de Magisterio, hasta la jubilación y administrador del Seminario, pero lo que mas tiempo me llevaba era el albergue. También iniciamos el grupo de Pastoral Penitenciaria en la cárcel de Oviedo. Todo aquello me sirvió para conocer el mundo de los sin techo y de la mendicidad. Hay gente muy necesitada y otros que han hecho de eso su profesión".

El aterrizaje en El Cristo. "A la vuelta de París estuve en El Escamplero y participé en la organización de la visita del Papa Juan Pablo II a Asturias. Al año y medio me vine al Cristo. Tuve que rehacer todo. Remodelamos el santuario. Compramos un local cerca de Fuertes Acevedo para que fuera centro parroquial. Reconstruimos la capilla de Santa Ana de Meixide. Luego levantamos la iglesia de Montecerrao".

San Juan Real, el encargo del arzobispo Jesús Sanz, que fue toda una sorpresa. "Llevaba 22 años en El Cristo y cuando falleció mi madre le ofrecí al arzobispo le mi disponibilidad para ir donde me dijese. En junio de 2012 me llamó para hablar y me dice que me manda a Gijón. Creo que Don Jesús agradeció mucho esa disponibilidad mía. Así que estuve medio engañado y tres días antes de salir los nombramientos vino un día a cenar a casa para decirme que era el nuevo Párroco de San Juan el Real, en sustitución de Fernando Rubio, fallecido el 18 de abril, del mismo año, tras más de 50 años en la parroquia. Se monto una polémica enorme. Muchas de esas personas que protestaron son los que más trabajan ahora con la parroquia y conmigo. Sólo quise ser acogedor y escuchar a todos. Las aguas volvieron a su cauce".

Labor volcada en la ayuda a los demás. "En 2012 renovamos el equipo de Cáritas, que era muy bueno, pero llevaba muchos años. Cambiamos un poco el modo de trabajo. Tenemos más de 40 personas colaborando. En 2015 atendimos a 7.894 personas y se entregaron mas de 4.000 vales para la cocina económica. Siempre estoy dispuesto a colaborar con quien sea. Duele que no se valore lo que hace la Iglesia. Quieren que paguemos el IBI, pues que paguen también los ayuntamientos o los locales de los partidos políticos".