Elena FERNÁNDEZ-PELLO

Alfredo Montaña se marchó de Oviedo, su ciudad natal, hace más de cuarenta años, durante un tiempo trabajó en publicidad, hasta que decidió abandonarla y volcarse en la pintura. Sus cuadros han viajado por todo el mundo. Mantiene una exposición permanente en Dubai y sus obras se han expuesto por toda Europa, en Estados Unidos, en Rusia y en varios países de América Latina. Y a pesar de ese extenso bagaje Montaña nunca había colgado en Oviedo. Lo hace ahora, ya septuagenario, en la sala del Auditorio Príncipe Felipe, donde hasta este domingo cuelga 33 de sus cuadros, que aunque no componen estrictamente una retrospectiva sí son una selección de distintos momentos de su vida creativa.

Su primera exposición ovetense llega poco después de que el Museo de Bellas Artes de Asturias, "uno de los más bellos de este país" en su opinión, incorporase a su colección un cuadro de su serie "Jazz Band".

La vida, que da tantas vueltas, le alejó de su tierra y ahora le devuelve a ella. Confiesa que todas las exposiciones le ponen nervioso pero ésta, en su ciudad natal, mucho más.

A Oviedo trae cuadros de gran formato. En algunos predominan los juegos de formas, otros son "bodegones musicales" y en algunos dominan las figuras femeninas. Los trazos son rotundos y los colores vivos. Hay lienzos plagados de personajes que evocan las historias policiacas clásicas. "Algún crítico habló de mí como el pintor de la novela negra", comenta Montaña. Una de las peculiaridades de su estilo es la utilización de "dos paletas, una de blancos y negros y otra de color" y eso en el mismo cuadro. Otra es su querencia por el lienzo virgen, dejando la trama al desnudo e integrándolo entre el resto de la pintura.

Su obra es fácilmente identificable y sus influencias son vastas. Van, según él mismo apunta, "de Tiziano a Vázquez Díaz", aunque reconoce que "la escuela de Vallecas" ha tenido un gran peso en él. De todas formas dice que "los cuadros son inexplicables: responden a momentos e instantes".

El mercado del arte no se ha librado de la crisis, comenta, pero la creatividad sigue cotizando al alza. "La plástica española siempre está ocupando lugares punteros, seguida muy de cerca por Latinoamérica. En arte somos una potencia mundial", afirma.

Él no cesa de pintar. En su taller, en el pueblo de Toledo en el que reside ahora, suele tener cuatro o cinco caballetes dispuestos y simultanea la ejecución de unos cuadros y otros, procurando que su temática se acerque.

Tras debutar en su ciudad se siente decidido a no dejar pasar demasiado tiempo para repetir, con una nueva exposición. De momento, hasta que acabe esta semana, sus cuadros pueden contemplarse en el Auditorio, donde la exposición está abierta de 11.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 20.00.