A finales del último verano, y guiado por el instinto de su especie, un chorlitejo grande, ave migratoria, partió de los territorios polares de la tundra con destino a sus cuarteles de invierno, en el África subsahariana, pero hizo una parada a mitad de recorrido y se detuvo en la zona húmeda de una playa asturiana en la que a pocos metros de distancia reptaba un hombre con un gran aparato óptico en sus manos.

El chorlitejo es ave confiada, es decir, no ha recibido agresiones imborrables de ese bípedo implume llamado ser humano y percibe al individuo que se le está aproximando en ese mismo momento como si se tratara de una foca.

Entonces, a dos metros de distancia, el hombre del artefacto óptico efectúa un disparo y obtiene una extraordinaria fotografía que acaba de recibir el primer premio en la categoría "Aves de España" de la Feria internacional de turismo ornitológico (FIO), un galardón con prestigio internacional y en el que han concurrido este año unos 600 fotógrafos de primer nivel.

"El ojo del chorlitejo", que es el nombre de la foto galardonada, condensa los esfuerzos de la espera paciente por el ave deseada y el disparo con un encuadre y un desenfoque precisos. "Me interesa la visión artística de las aves", señala Mario Suárez Porras, el fotógrafo premiado. Nacido en Avilés, en 1968, y residente en Oviedo, como profesor de enseñanza primaria en las Dominicas, Mario Suárez obtuvo la instantánea del chorlitejo "en la playa da Gijón, un lugar importante para las aves, tanto de paso migratorio como de invernada". El protagonista de la foto fue "un 'juvenil', es decir que podía tener un mes o dos de vida y es fácil que Gijón haya sido su primera y única parada". Este dato significa que el chorlitejo pudo haber recorrido 3.000, 4.000 o más kilómetros, dependiendo de que su lugar de partida fuera Siberia u otro punto de la costa ártica de Europa.

"El chorlitejo es un ave limícola, lo que significa que busca terrenos húmedos o pantanosos y eso es lo que precisamente encontró en la desembocadura del río Piles, en la zona del 'Pedreru'". En ese lugar, Mario Suárez había "echado cuerpo a tierra, como un militar, arrastrándote y dejándote la rodilla".

Y gracias a que "son aves que no te ven como amenaza, sino como otro animal pacífico que se aproxima, pude alcanzar la mínima distancia que necesitaba, de dos metros". En ese momento, Mario Suárez elige el encuadre, situando el ojo del chorlitejo en el extremo superior izquierdo, y también "desenfoco el fondo, que era una mezcla de rocas y arena". Además, el fotógrafo elige "la temperatura del color, con cierta calidez, y la velocidad de disparo, es decir, todo en modo manual, no automático, y mandando sobre la cámara".

El resultado fue excepcional y artístico, y a prueba de manipulaciones posteriores, ya que "te piden el 'raw' de la foto, algo así como el negativo digital de la cámara". Mario Suárez ya había obtenido accésits en el FIO, pero todavía le faltaba el primer premio. Y lo ha obtenido gracias a su exclusiva especialización en la fotografía de aves limícolas, algo en lo que es considerado el principal experto español.

Desde que a los trece años su padre le regaló una cámara réflex su afición no ha cesado, ni sus publicaciones, exposiciones y la recepción de diverso premios españoles e internacionales. Miembro activo de diversas organizaciones dedicadas a la biosfera, en el presente intenta "inculcar en mis alumnos el amor por la naturaleza".