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"Además de multar, salvamos vidas"

"Fue una cuestión de rapidez y reflejos", aseguran los agentes de la Policía Local que lograron sujetar a un joven cuando estaba a punto de precipitarse desde un quinto piso

David L. y José Ignacio L., ayer, en el cuartel del Rubín. IRMA COLLÍN

El cuerpo de un joven estaba totalmente suspendido en el aire desde la ventana de un quinto piso del barrio de San Lázaro. Lo único que impedía que se precipitase al vacío eran sus manos, asidas a una de esas barras que se colocan para sujetar los tiestos. Una vecina vio la escena y alertó con una llamada a la centralita del 092 de la Policía Local: "¡Hay un chico colgado de una ventana, se va a matar!". Esa noche David L. y José Ignacio L. estaban patrullando cerca, en la calle Azcárraga. Son compañeros desde hace años y siempre trabajan por las noches. Tardaron un minuto y medio en llegar al domicilio y lograron salvarle la vida. "Fue una cuestión de rapidez y reflejos", relatan, orgullosos de su actuación. "Además de poner multas, que es la idea generalizada que se tiene de nosotros, los policías locales también atendemos muchas cuestiones de seguridad ciudadana y salvamos vidas", explican.

La madrugada del pasado jueves, cuando los agentes llegaron a la calle del suceso, pulsaron insistentemente todos los botones del portero automático hasta que se abrió la puerta. No esperaron a llamar el ascensor, subieron las escaleras a la carrera. "La puerta estaba entreabierta y una niña nos indicó que siguiésemos hasta el fondo del pasillo", explican. Una vez dentro de la habitación todo sucedió muy deprisa. Los dos corrieron a la ventana y estiraron los brazos para sujetar al chico. Se soltó pero consiguieron agarrarlo "por debajo de los brazos y la zona de la culera". A pesar de la resistencia que opuso, entre los dos lograron subirlo y ponerlo a salvo. "Estaba ido, en shock", indican.

La que les había abierto la puerta era la hermana del chico de 18 años; ella tiene 15. En la vivienda también estaba la madre "de brazos cruzados en una esquina, como si no fuese con ella; también estaba en shock", indicaron los agentes. "Preguntamos qué es lo que había pasado y la hermana se encogió de hombros y nos dijo que no quería ir a clase al día siguiente...", relatan. En ese momento otros compañeros de la Policía Local, que también habían recibido el aviso de la centralita, llegaron a la vivienda. Entre todos pusieron en marcha el protocolo, que incluye una llamada a los servicios médicos. El joven fue trasladado en una ambulancia de soporte vital básico al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Ayer tuvo que prestar declaración de lo sucedido en Comisaría.

No es la primera vez que José Ignacio, con 31 años de experiencia y David, que lleva 10 en la Policía Local, se encuentran con una situación límite. Dentro de tres días se cumplirá un año desde que evitaron una posible violación a una menor de edad, que un grupo de chicos llevaba en volandas por el parque del Campillín.

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