A sus 35 años, Lola quiere ayudar desde la experiencia a víctimas de abusos sexuales en el entorno familiar para que no tengan que pasar por lo mismo que ella. Considera que es necesario hablar sin tabúes para dar un toque de atención a las administraciones, porque, en su opinión, la mayoría de los casos no se denuncian porque a los menores no se les dota de herramientas para ello. Quiere crear una asociación "que genere confianza" a los niños, que sea visible y que puedan recurrir a ella si tienen un problema. Ayudar a los demás también la ayuda a ella, que se fue de su casa a los 21 años después de soportar una década de abusos sexuales por parte de su padre. Denunció y él está en prisión.