Lino Camprubí Bueno, investigador en la actualidad del Instituto Max Planck para la Historia de la Ciencia (Berlín), desmontó ayer la "tríada percepción, ciencia e historia", que es comúnmente aceptada y en dicho orden, es decir, que "el sujeto percibe por los sentidos, elabora los conocimientos mediante las ciencias y se conduce en la historia según dichos conocimientos científicos". Dicho de otro modo, la idea general es que "los órganos sensoriales suministran información al cerebro, que crea un mapa mental de la realidad y con ello el sujeto se orienta y actúa en su entorno y en la historia".

En consecuencia, sería como si "la adrenalina moviese el mundo" -sintetizó Camprubí-, esto es, que la actividad cerebral de los individuos rigiese su relación con la realidad, pero esto es precisamente lo que el conferenciante sometió ayer a "impugnación". Lo hizo durante una sesión de la Escuela de Filosofía de Oviedo, en la Fundación Gustavo Bueno, a la cual asistió el propio filósofo después de recuperarse de una arritmia padecida en fechas pasadas. Camprubí Bueno, nieto de Gustavo Bueno, es licenciado en Filosofía por las universidades de Sevilla y Cornell, y doctor en la misma materia por la Universidad de California en Los Ángeles. Su primera obra, "Los ingenieros en la construcción del régimen franquista" -editado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)-, muestra la orientación de sus estudios sobre los vínculos entre la tecnología y la historia.

Es más, sus actuales investigaciones versan sobre la historia de la oceanografía durante la guerra fría y las tecnologías utilizadas en las escuchas submarinas para detectar submarinos rusos o explosiones de pruebas nucleares.

Ese campo de investigación es precisamente el que suministra munición a Lino Camprubí para reconsiderar "la conexión entre el sujeto y el objeto" en los proceso de conocimiento. En particular, el Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno -que guía las indagaciones del joven filósofo-, sostiene "la intersección entre sujeto y objeto en la percepción". Por ejemplo, "las radiaciones electromagnéticas, caso de la luz, producen corrientes electroquímicas en el cerebro", lo cual vendría a verificar esa intersección y negar la desvinculación entre el perceptor y los objetos que lo rodean. Otro dato que lo verifica es la "plasticidad del cerebro", es decir, que el cerebro y la misma percepción "se entrenan". Camprubí puso el ejemplo de la "selección de operadores de sonar durante la guerra fría: se aceptaba a los que tuvieran educación musical y luego se les sometía a un entrenamiento del oído para percibir determinados sonidos". Y en ese contexto, "se elegía a chelistas, en lugar de violinistas o pianistas, para percibir mejor las detonaciones nucleares".

En definitiva, el conferenciante defendió que "la realidad que percibimos está filtrada y trabajada durante siglos de relación técnico-operatoria del individuo con las cosas mismas", o que "la percepción es la del individuo arrojado a un mundo configurado a lo largo de siglos". En ese punto se puede hablar de "historia cultural de los sentidos", o de que "las cosas dan forma la mente", o que "la mano tiene razones que la razón desconoce", postulados que encajan con los desarrollos del Materialismo Filosófico.