El arquitecto Ignacio García de Tuñón ofreció ayer la charla "Desarrollo urbano y arquitectura en Oviedo entre los años 1853 y 1936", y señaló de partida que dicha acotación temporal respondía, por un lado, a la agitación que la ciudad experimenta tras los primeros fenómenos de "industrialización y modernidad", a mediados del siglo XIX; y, por otro, al punto y aparte que significa la guerra civil en Asturias (1936-1937), ya que antes de ella "Oviedo crece a su libre albedrío, pero después ya manda el Consistorio".

La charla de García de Tuñón pertenecía al ciclo de la Sociedad Ovetense de Festejos (SOF), coordinado por Carmen Ruiz-Tilve, cronista oficial de Oviedo, que presentó al conferenciante como "amante de Oviedo, un sentimiento que nos une a muchos". También asistió Roberto Sánchez Ramos, "Rivi" (IU), concejal de Cultura del Ayuntamiento y presidente de la SOF. El edil elogió el espacio -totalmente reformado- del Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA y pidió "un aplauso para la labor de Carmen y la charla de Tuñón".

Ya dentro de su intervención, García de Tuñón -que dispone de una página web en la que indaga y escruta la ciudad-, estableció las pautas de su interés por el Oviedo planificado y edificado. Por ejemplo, consideró apropiado analizar "el deseo de los ciudadanos", esa fuerza que guió el plano de la ciudad hasta la guerra. Otro punto de enfoque es cómo "catalogar las cosas urbanas, formando grupos y categorías", algo que realizó desde su infancia (años setenta), cuando contempla "una ciudad de matices, muy variada, pero ahora mucho más homogénea".

Esa "ordenación en paquetes" le proporcionó el "ver un cierto orden en las cosas, unas fases muy claras e independientes de la calidad del edificio y del nivel económico" de sus promotores. Para fijar dichas fases es a veces necesario "clasificar pequeños detalles, como los acabados interiores o detalles en las carpinterías". Tuñón puso el ejemplo de edificios reflejados en las primeras fotografías de la ciudad que se conservan. En esas construcciones hay detalles tan singulares como que "las carpinterías de los balcones se abren hacia el exterior, para que no entre el agua en las juntas, y además no tienen marcos, sino que la propia hoja de la ventana tiene la bisagra en la piedra".

Yendo al urbanismo, Tuñón mostró el primer plano de Oviedo, el de 1953, sobre el que expuso datos como los conventos de la desamortización -Mendizábal (1936) y Madoz1955-: "Santa Clara, cuartel; San Vicente, Hacienda; San Francisco, hospital provincial". En el mismo plano figura "la muralla completa, o el Oviedo de los dos arrabales: el de los estancos y el de San Lázaro, espacios difusos, pero caminos de entrada de la carreteras de Galicia o de Castilla". Otro detalle del mapa es "la calle Rosal como corredor ya edificado".

Sin embargo, todo ello se verá sometido en dos o tres décadas a las modificaciones impulsados por "el cambio de la sociedad agraria, de las oligarquías eclesial y burguesa, el poder de la tierra, que entra en crisis y aparece en el conjunto de España la industrialización, con siderurgias en Asturias como Fábrica de Mieres y Duro Felguera, o la Fábrica de Armas de La Vega".

Otro motor será el tren, caso del Ferrocarril del Langreo, nacido en 1952, "tercero o cuarto de España, aunque después Asturias formó parte tardíamente del "desarrollo explosivo de la red ferroviaria española". Y será a partir en 1870 cuando la ciudad registre todos esos impactos y se "empiecen a abrir nuevas calles".