En las consultas de pediatría se diagnostican patologías que en ocasiones provocan un impacto difícil de digerir para las familias de los niños o adolescentes y para los propios pacientes si estos tienen edad para darse cuenta. Para luchar contra las enfermedades los médicos se ven obligados a prescribir modernos tratamientos, pero la terapia puede ser más positiva si el pediatra receta películas apropiadas para cada caso. A grandes rasgos, esa es la filosofía de Javier González de Dios, jefe del servicio de Pediatría del Hospital Universitario de Alicante y responsable del proyecto "Cine y pediatría". La iniciativa, que ayer fue presentada en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, le ha servido para publicar cuatro libros y tiene visos de continuidad (el quinto saldrá en mayo y el siguiente ya está escrito).

"Las películas pueden ayudar a comprender una enfermedad y a los enfermos, a humanizar la atención, a mejorar el duelo y a profundizar en la relación entre profesionales sanitarios y pacientes", asegura el doctor. Así, la prescripción de películas puede orientarse a diversos receptores. "Una película puede serle muy útil a estudiantes de medicina, a residentes de pediatría u otras especialidades, a los familiares, a los propios niños... Eso sí, estudiando muy bien el objetivo que se pretende en cada receptor". Para Javier González de Dios las películas, como los medicamentos, pueden tener "contraindicaciones". Para recetarlas es importante "tener en cuenta la fase de la enfermedad y el estado de ánimo" del paciente y de su familia.

El pediatra puso algunos ejemplos. En cuanto a películas que tratan sobre enfermedades graves citó cintas como "Planta 4ª"; para entender el Síndrome de Asperger recomienda "Mary and Max"; para centrarse en el maltrato "El Bola"; y "Juno" para tratar el embarazo adolescente. En la presentación también estuvieron Isolina Riaño, jefa de Pediatría en el Hospital San Agustín y Venancio Martínez, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria. La presentación corrió a cargo de Fernando Comas, delegado de la Asociación Nacional de Informadores de Salud.