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Las opiniones

Heces caninas, el marrón que nadie admite

Los dueños de perros aplauden el bando que les urge a recoger los excrementos, pero rechazan llevar siempre con correas a sus animales y piden más parques de mascotas

Heces caninas, el marrón que nadie admite LUISMA MURIAS

Todos están de acuerdo en que la presencia de heces de perro en zonas verdes y aceras "es una guarrada" y hay que recogerlas, pero ninguno admite haberse hecho el longuis y marcharse con su mascota lejos de la deposición. Los ovetenses están de acuerdo, en general, con el primer bando que ha emitido el Alcalde y que urge a los dueños de animales a impedir que sus canes defequen u orinen en espacios públicos, o, en caso de no poder evitarlo, a recoger los excrementos. Algo más divididas están las opiniones sobre la prohibición de circular por la calle "a los animales que no vayan acompañados de personas con capacidad para manejarlos y conducirlos con cadena o correa". Buena parte de los dueños defienden la posibilidad de que sus mascotas vayan sueltas siempre y cuando no sean peligrosas.

Ana Rosa Menéndez no tiene pelos en la lengua ni heces en las suelas. Antes de volver de su paseo matinal con "Iria", una galga de diez años, se revisa a conciencia para evitar llevarse un regalito maloliente. "Me pasó una vez y no más. Casi me muero de asco. Debería haber policías de paisano para multar a los dueños incívicos. Los 100 euros actuales es poco, tendrían que sancionar con 300 o más". Para ella, el Campo San Francisco y las zonas verdes son "un campo de minas" porque "hay gente que piensa que está abonando el césped".

Víctor Hernández sí cree que las heces caninas son biodegradables, pero "eso no es una excusa para no recogerlas del prado". Sin embargo, su perrita "Lola", un buldog francés, no suele ponerle en esa tesitura: "Normalmente defeca en el asfalto y yo siempre me lo llevo en una bolsa".

De bolsas sabe mucho Carmen Luis, una ovetense con dos perros -un bulldog y un mestizo- que acostumbra a pasear con paciencia a sus mascotas por el pulmón de Oviedo, el parque del Oeste o Valentín Masip. Lleva el plástico integrado en el mando de la correa y lo saca cada dos por tres. "La mayor parte de las cacas que hay en los parques y en la calle son fruto de despistes. O eso quiero pensar", dice antes de proseguir su marcha con "Curko" y "Cora" y arrancar más de una sonrisa a su alrededor al llamar al primero: "¡Curko, ven!". Parece que habla con el cantante de Nirvana, Kurt Cobain.

Tampoco Miguel Merino sale sin bolsas o papel en los bolsillos. "Limpio el suelo hasta cuando mi perro tiene problemas de estómago". No hace falta que diga más al referirse a su husky.

Francisco Rovés va más allá. Asegura que recoge todos los excrementos de su kerry blue y que es parte activa en la persecución de los que no lo hacen. "Me enfado al ver cacas en los prados, en las plazas o en la calle y riño al dueño si le veo".

Elena Sariego juega con su perro en el parque canino del Campo San Francisco. "Es de los pocos que hay. Necesitamos más. Además sólo vale para cachorros porque es pequeño y está hecho un barrizal". Para la dueña de "Java", los espacios públicos "no están tan llenos de deposiciones como dicen" porque "se saltan la norma cuatro maleducados". De hecho, afirma que algunas deposiciones son de personas: "He visto heces humanas en el Campo y cerdos con perro y sin perro".

A su lado está Sonia Jiménez con "Odín", su perrito de seis meses. Le da la razón a su compañera sobre la existencia de cerdos de toda clase y reclama que el bando municipal sea menos restrictivo con las correas. "Es complicado llevar el perro con la cadena puesta en todo momento, también tiene que correr". Lo mismo opina Mario Köpke, que matiza que "si hay niños cerca o alguien miedoso, le pongo la correa al perrín para evitar problemas".

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