"A veces me da vergüenza decir que soy de Rumanía, no porque no esté orgullosa de mi país, sino por el desprecio que sienten en España hacia él". Juliana Jureschi lleva once años viviendo en Asturias y está "harta" de que sucesos como el de la reyerta de General Elorza contribuyan a "meter en la misma olla a todos" y a generar "odio y racismo". Ella no se anda con rodeos a la hora de clarificar las cosas: "nosotros los rumanos somos racistas con los gitanos de mi país".

La mujer se siente muy molesta con los comentarios que se repiten en las redes sociales identificando Rumanía con delincuencia. "Dicen que las mujeres venimos a prostituirnos y los hombres a robar, es muy duro tener que aguantarlo", asegura esta joven de 29 años, que llegó a Oviedo con 17 y que ha formado una familia con dos niños. Trabaja como empleada del hogar y asegura que en alguna ocasión la rechazaron en un trabajo, precisamente, por ser rumana. "Estamos estigmatizados... Uno viene a buscarse la vida mientras que otros no se adaptan, ni aquí ni allí", sostiene.

Olga está cerca de cumplir los cincuenta y trabaja en el servicio doméstico en un par de casas. A una va por las mañanas y a otra por las tardes para completar una larga jornada de trabajo. Remata su sueldo con horas extra los sábados por la mañana y también alguna noche en el cuidado de niños. "Los rumanos somos buenos y trabajadores, pero esos no se merecen que digamos que son rumanos. A mí me dan miedo. Yo tengo a algunos de esas bandas cerca de mi casa y me dan miedo. Me conocen y como saben que trabajo me piden dinero o comida. A veces les doy, no quiero problemas". El miedo se traduce en que ni siquiera da su nombre de pila verdadero, "en Oviedo solo otra se llama como yo"; las fotos, ni de lejos. Cree que la ley debería ser más dura con los compatriotas que viven al margen de las normas. "Expulsarlos o algo", dice mientras termina de preparar la cena de los niños, antes de poner fin a su día de trabajo.

"Imagínese que llamamos asesinos a todos los españoles por Sergio Morate, aquel joven que mató a dos chicas y se refugió en Rumanía". Es la comparación que establece una mujer rumana que trabaja en un comercio de la ciudad "diez horas al día" para alimentar a su familia "y pagar impuestos, como todos". Explica que los implicados en la reyerta del lunes "no representan lo que es Rumanía" y que es un error "que paguen justos por pecadores". Estos incidentes, dice, solo sirven, para generar odio hacia la comunidad rumana en España.

En Oviedo residen en la actualidad 2.667 ciudadanos procedentes de Rumanía. Son una comunidad dispersa y poco conectada. De hecho, al contrario que sucede con otras nacionalidades, los rumanos no han impulsado en Oviedo ninguna asociación para defender sus intereses. En un colegio de la ciudad, el Germán Fernández Ramos de Pando, los niños rumanos reciben clases multidisciplinares para aprender la lengua, la historia y las costumbres de su país. La maestra, que trabaja para el Ministerio de Educación de Rumanía, les conecta también con la cultura española para contribuir a su integración en sus lugares de residencia. En Gijón son cinco los colegios e institutos que siguen este programa.