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El Pleno de los ediles parlanchines

La sesión más larga de la era tripartito, con casi cuatro horas de duración, contó con la intervención de 21 de los 27 concejales

Llegó un momento, a las dos horas y trece minutos de sesión, en que al Alcalde le salió su vena de profesor con un ramalazo de sinceridad que, siendo sinceros, era necesario: "Vamos a explicar en qué punto estamos", exclamó.

El punto en el que estábamos nadie lo tenía claro. Se debatía una propuesta del PP sobre Sanidad que tenía una enmieda de Somos, y otra del PSOE, y otra de Somos propositiva pero no explicada que se convertía en una segunda propuesta, y luego en una tercera. El barullo era tal que cuando tocó votar los concejales levantaban la mano sólo si la levantaba su compañero de partido de al lado, no se fueran a confundir y ya estuviera armada.

Para entonces, un trabajador ya había tenido que ir a rellenar los termos de agua repartidos por la sala, el baño municipal olía a humo de tabaco que tiraba para atrás, la sala se había empezado a vaciar, el Barça ya perdía 0-1 con el Atlético y el cotilleo estaba en una edil del PP acalorada que se daba aire con un abanico republicano. La pena es que no había fotógrafo a tiro para retratar esa imagen y también la de varios de sus compañeros intentando decirle con miradas, con cuidado de que nadie se percatara, que dejara de hacer eso y que si tenía calor que utilizara una carpeta o un portafolios o lo que pillara, pero que un poquito de por favor.

Fue el pleno más largo de la era tripartito, casi cuatro horas, un planazo, el equivalente a un viaje de Oviedo a Madrid metido en una sala municipal en pleno (nunca mejor dicho) partido de cuartos de final de la Champions League.

Hablaron 21 de los 27 concejales: todo el PSOE, todo Somos, todo Ciudadanos, dos de tres de IU y seis de once del PP. Del tripartito, por ejemplo, sólo se quedó sin hablar Roberto Sánchez Ramos, Rivi (IU) porque el debut estelar fue el del socialista Diego Valiño, que se estrenó diez meses después echando pestes contra la UE por la crisis de los refugiados, que si lo llega a ver su compañero del PSOE y eurodiputado Jonás Fernández le dice lo que le dijo en su día en Facebook pero a la cara. Valiño se desvirgó ante el micrófono y trasladó toda la presión, de oviedista a oviedista, al otro periodista de la Corporación que permanece mudo hasta la fecha: el conservador Francisco Javier García, "Chisco", el único concejal de los 27 que todavía no ha intervenido en ninguna de la docena larga de sesiones que llevamos desde que el tripartito gobierna.

Fue el pleno de los ediles parlanchines en el que casi todo el mundo tuvo su momento de gloria: desde el barbero de Luis Zaragoza hasta Mariano Rajoy pasando por Manolete o el expresidente de la comunidad de Madrid, Ignacio González. Sí, ayer en el Ayuntamiento de Oviedo se habló más tiempo del sospechoso ático que González tiene en Marbella (un segundo) que del robo en el despacho de Taboada o del problema de los navajazos en el Casco Antiguo (cero).

Hubo pim pam pum entre Rosón y Antuña, entre Cristina (Pontón, IU) y Cristina (Fernández, PP), entre Elisa Fernández (PP) y Mercedes González (Somos) y la cosa fue tan larga que hasta Caunedo se coló y donde había dos intervenciones vio tres. Al poco lo supo y se puso rojo. Igual que María Luisa Ponga, que se le fue y soltó algo así como que la sanidad asturiana no tenía mucho de lo que sentirse orgullosa. Evidentemetne se equivocó y rectificó. Pero sin ponerse roja.

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