Al comprobar que el humo crecía por momentos, los policías avisaron a los Bomberos de Oviedo y se prepararon para entrar. En ese instante, la empleada del hogar que trabajaba en el segundo piso llamó por teléfono a los dueños -y a la vez propietarios de todo el edificio- para contarles que la vivienda era irrespirable.

La Policía Local acordonó en pocos minutos el tramo central de la calle Uría desde la confluencia con Toreno hasta la esquina con Independencia para prohibir el paso de los viandantes, bastante alarmados porque la arteria principal de la ciudad se parecía a Londres llena de neblina. Los vehículos especiales empezaron a ocupar la calzada; camiones cisterna, coches de Policía Local, Nacional, Protección Civil y ambulancias llegaban con las sirenas puestas. Los peatones que se quedaron en medio del área restringida no sabían muy bien qué hacer. "¿De dónde viene y adónde va?", les preguntaban los agentes.

El concejal de Seguridad Ciudadana apareció entre el humo. "No hay víctimas. Se ha desalojado el edificio y haremos lo mismo con las casas colindantes". Ricardo Fernández estaba tenso. Muy tenso. Sabía que el 58 de Uría es un edificio de 1889, obra del arquitecto Juan Miguel de la Guardia y que está incluido en el Catálogo Urbanístico del Concejo de Oviedo. Pero lo que no podía quitarse de la cabeza es que está hecho casi íntegramente de madera. Mientras expresaba sus temores en voz alta -que el fuego consumiese el inmueble y se propagase por el entorno- alguien gritó: "¡En Melquíades Álvarez también!". Y echó a correr.

A la vuelta de la esquina, por el tercer piso del portal 25 de esa calle también salía humo. El inmueble está pegado al de Uría y ambos comparten patio. Los vecinos salieron y los bomberos se afanaron en combatir el nuevo frente. Ya era la una del mediodía.

Un ruido de cristales hizo que el edil corriese de nuevo. Las llamas ya eran lenguas de fuego por las ventanas del número 58 de Uría. El fuego arañó al 56. Llegaron una decena de Bomberos del Servicio de Emergencias del Principado (SEPA) de refuerzo y evitaron que se propagase.

El Alcalde, Wenceslao López, entró en Uría sin apartar la vista del cielo, aunque pidió explicaciones. La investigación sobre el origen del siniestro apunta a un cortocircuito en un falso techo, una simple chispa que acabó con todo un edificio. Pero sólo son conjeturas. El Juzgado de Instruccción número 2 se ha hecho cargo del caso.

López quiso verlo mejor y subió al noveno piso del edificio de enfrente, donde los periodistas estaban desde hacía rato. Le siguió el comisario de la Policía Local, José Manuel López, y el edil de Cultura y tercer teniente de Alcalde, Roberto Sánchez Ramos. El piso se convirtió en un centro de operaciones. Las chispas saltaron al tejado del 52, por encima de dos inmuebles, y quemaron la claraboya del tejado. El miedo se apoderó de algunos, pero la intervención de los bomberos.

Eran las 16.15 horas cuando el Alcalde anunció que el incendio estaba dominado. Y ¡¡buuuuum!! Oviedo se fue a negro. La estructura interna del 58 de Uría se vino abajo matando a un hombre e hiriendo a otro. A Juan Carlos Fernández le sacaron rápido y le llevaron al HUCA con el oxígeno puesto. A Eloy Palacio no lo sacaron hasta las 18 horas. Muerto.