Los únicos vecinos del edificio de Melquíades Álvarez, 25 calificaron el incendio que también destrozó su domicilio como "de pesadilla". Ramón Junco recibió la llamada de su mujer -que estaba dentro de casa con la perrita de ambos, "Cora"- a media mañana. "Avisamos a los Bomberos de que el humo del edificio de Uría había llegado a nuestra casa y luego desalojaron el inmueble, que tiene varias oficinas". El matrimonio se quedó detrás del precinto policial con la vista clavada en su casa, en el tercer piso. El humo blanco pasó a negro en pocos minutos. Lo que al principio era un nube se convirtió en una tormenta de nubarrones. Y por último las llamas devastaron todo el inmueble ante sus ojos.