El edificio siniestrado el pasado jueves en el incendio que conmocionó a la ciudad, el número 58 de la calle Uría y el 25 de la calle Melquiades Álvarez (el mismo inmueble tiene entradas por las dos vías), será derribado en las próximas semanas. Así lo confirmaron ayer fuentes conocedoras de las actuaciones, que añadieron que, asimismo, se reforzará la seguridad de los inmuebles contiguos: los números 60, 56 y 54 de la calle Uría y también el número 23 de Melquiades Álvarez.

Los inquilinos de estas edificios, salvo los del número 23 de Melquiades Álvarez, que ya fueron realojados ayer, podrán entrar de nuevo en "20 días o un mes", según los últimos cálculos que, ayer a última hora de la tarde, los técnicos les dieron a los inquilinos afectados, que en su mayoría son profesionales que ejercen allí su actividad y que tenían su lugar de trabajo: médicos, arquitectos, abogados, aparejadores.... Los afectados señalaron, no obstante, que los pronósticos "fueron cambiantes" durante el día de ayer.

Varios técnicos municipales visitaron ayer la zona del siniestro, cortada al tráfico de vehículos y peatones por el Ayuntamiento por "razones de seguridad", para evaluar los daños que el fuego causó en las estructuras de los edificios. Los especialistas, a los que acompañó el concejal de Urbanismo, Ignacio Fernández del Páramo (Somos), acordaron el plan a seguir: apuntalar bien las dos fachadas del inmueble incendiado para evitar desprendimientos y, cuando la operación no revista inseguridad, proceder al desmontaje de los restos de la casa. La actuación dejaría un "vacío" en la calle Uría, pero se estudian varias alternativas para evitarlo. Los técnicos realizaron ayer una valoración visual, tanto de la casa afectada como las colindantes, en las que actuarán para reforzar la seguridad. Después del examen de los edificios, los técnicos decidieron realojar a los inquilinos del número 23 de Melquiades Álvarez.

Son tres edificios, el 54, el 56 y el 60 de la calle Uría, los que se mantendrán cerrados durante los próximos días. Ayer por la tarde, los inquilinos pudieron entrar, con casco y acompañados de bomberos, para recoger lo que quisieran. Hubo abogados que salieron con documentación de los casos que tienen que resolver la próxima semana e incluso médicos que sacaron máquinas de sus consultas.