"Pensamos que el techo tenía que caer. Estábamos comentándolo. Esto va a ceder, va a ceder... y cedió".

El testimonio es de Iván González, uno de los bomberos de Oviedo que el jueves pelearon contra las llamas para sofocar el incendio de Uría, 58 y que colaboró en los rescates de sus compañeros. Iván lleva 21 años en el cuerpo, tiene un pequeño tatuaje en la mano derecha y muchos recuerdos que tardará en olvidar. El jueves tenía la cara cubierta de ceniza y ayer los ojos hinchados. Pero habló. Habló con crudeza: "Son situaciones de mucho humo, mucho desorden. Cuando se colapsó fue un momento de tensión, de miedo, de angustia. Sensaciones contradictorias", afirmó ayer en el parque de bomberos del Rubín.

Cuando el edificio se derrumbó, Iván no dudó ni un segundo en entrar al inmueble para rescatar a sus compañeros. Sabía que estaban allí dos amigos: Eloy Palacio y Juan Carlos Fernández, "Cuni". Y que el panorama era desolador. Así explicó el rescate del único superviviente, un bombero que había entrado en el cuerpo hacía algo más de dos años. "No veíamos nada. Todo estaba lleno de humo. La estructura se vino abajo y ni él sabe cómo pudo librar de esa. Cayó boca arriba y se tuvo que soltar el equipo porque le estaba tirando para atrás. Después se desplazó a gatas. Tuvo la suerte de quedar a la altura de una ventana. Estaba acurrucado en una pared. Volvió a nacer. De mil veces sales vivo una", señaló a este diario Iván, compañero de Cuni, al que define como "un bombero como la copa de un pino".

Iván estaba ayer tan afectado como el resto de sus compañeros, que participaron en un acto con el Alcalde, Wenceslao López, y la mayoría de los concejales del Ayuntamiento en el parque de bomberos del Rubín, donde sonaron las sirenas de los camiones en señal de luto. Pocos quisieron hablar y prefirieron aguantar en silencio el dolor. Aunque sus gestos les delataban. Iván hizo el esfuerzo. No habían pasado ni 24 horas desde que estaba metido entre los escombros , donde encontró a su compañero fallecido: "Le llamábamos a ver si respondía. No se veía nada, había mucho humo. Le encontramos semienterrado", indicó Iván, lleno de coraje, verbalizando algo que le dolía, que no quería que hubiera pasado. "Eloy fue un grandioso profesional. Muy bien amueblado", matizó este bombero.