Unos minutos antes de la hora fijada, varios grupos de personas andaba expectantes en el entronque del paseo de Los Álamos con Toreno. Aguardaban a que aquello, sin convocatoria oficial, comenzase. Una mujer, María González, depositó un ramo de flores junto a la estatua fijada como lugar definitivo para las ofrendas. A esas alturas, ya estaba por allí Borja Suárez que fue quien, en la noche del mismo jueves del incendio, depositó los primeros objetos en el santuario. "Este minuto de silencio es lo menos que podíamos hacer. Surgió de forma espontánea en nuestra página de Facebook, pero si nos solidarizamos con lo que pasa fuera, cómo no íbamos a hacerlo ahora".

Las muestras de apoyo llegaban desde todas partes, como el colectivo que agrupa a los inmigrantes ecuatorianos en Oviedo: "Somos inmigrantes, esta ciudad nos acogió muy bien, y nos sentimos unos ovetenses más, que estamos orgullosos del bombero que falleció heroicamente haciendo su trabajo", comentó José Sánchez en nombre de sus compatriotas.

Así que el paseo de Los Álamos, en su extremo más cercano al número 58 de la calle Uría, el lugar del incendio, queda fijado como lugar de peregrinación para honrar al bombero que perdió la vida durante las tareas de extinción, cuando el tejado de la casa de madera, se vino abajo. "Nos pidieron que la concentración no molestara al tráfico, y por cercanía al lugar del incendio nos pareció que este sitio podía ser apropiado", explicó Borja Suárez.

Ahora llega el momento de buscar respuestas a todas las preguntas en el aire. Entre otras, al por qué los bomberos de La Morgal, que al final aportaron los medios más efectivos, no se incorporaron ante al suceso o al detalle exacto de cómo se produjo la comunicación con el centro de emergencias del Principado, pues según ha podido saber este periódico las primera llamadas fueron de La Morgal a Oviedo y no al revés.