El intendente José Manuel Torres, jefe del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) desde 2004, estuvo al frente de la gestión del incendio de la calle Uría en el que perdió la vida uno de sus hombres, Eloy Palacio Alonso, el pasado jueves. Dos sindicatos han pedido su dimisión, extremo que descarta en esta entrevista, al considerar que su actuación fue en todo momento profesional. Sostiene que no vio al fallecido y a su compañero bajarse de la cesta de la grúa hasta al tejado que sucumbió, y dice que si los hubiese visto hacerlo, les había corregido. Sin embargo, defiende que los bomberos en su profesión asumen riesgos a diario. Él mismo reconoce que, posiblemente, también se habría bajado de la cesta.

-¿Dónde estaba usted cuando saltó la alarma del incendio en la calle Uría?

-Estaba en mi despacho. A las doce escuché un código 10 por megafonía, un incendio en Uría 58. Es un código habitual. Salieron un vehículo de primera salida y la autoescalera, hasta ahí todo normal. Lo que me puso en alerta es que 20 minutos más tarde solicitan el vehículo nodriza de apoyo. Eso significa que el incendio puede tener una consideración importante. Me pongo en contacto con la telefonista, lo está viendo por las cámaras y me dice que parece importante. Así que decido salir hacia allá a las 12.30 aproximadamente. Me piden que les lleve botellas de aire de repuesto, refuerzos y el equipamiento completo de un bombero que pasaba por el lugar del incidente y se ofreció voluntario.

-¿Qué se encuentra cuando llega a la zona?

-La persona que está al mando de la operación me dice que el incendio se originó en el techo de la primera planta y que está muy generalizado en la segunda. Me puse el equipo de respiración autónoma para entrar en el lugar del siniestro y ver lo que está pasando. Hay un bombero con una manguera en la puerta echando agua y esa no es una actitud normal de trabajo. Me dice que no está dentro porque no hay suelo. El suelo era de madera. Es cierto, no se podía entrar. En 40 minutos dos plantas estaban arrasadas.

-¿Qué decisión adopta?

-Decidimos mantener a dos personas en la entrada de la vivienda con una línea de vida tratando de refrigerar y atacar el fuego por el exterior. Es cuando utilizamos el brazo articulado en la calle Uría y la autoescalera en Melquíades Álvarez. Yo mismo me subí a la cesta del brazo articulado con el superviviente, Juan Carlos Fernández "Cuni", para tratar de atacar el fuego.

-Con usted manguera en mano ¿quién se encarga de coordinar el operativo?

-Había un mando coordinando el interior del edificio y en la calle Melquíades Álvarez estaba el otro mando.

-¿Suele participar en las tareas de extinción?

-Normalmente no. Solamente cuando la gravedad o las necesidades lo requieren. Vi que bastante tenían... y me puse a colaborar. Me puse a romper cristales con un pico desde el brazo articulado. Después bajé porque me requirieron y me sustituyó otro.

-¿Qué estaban haciendo dos de sus bomberos, el fallecido y el superviviente, en el tejado en el momento del derrumbe?

-Los dos bomberos que trabajaban en la cesta del brazo articulado tenían tres instrucciones. La primera era no abandonar en ningún momento la cesta, así de tajante se les había dicho.

-¿Se lo dijo usted?

-Otro mando, no fui yo.

-¿El resto de instrucciones?

-Echar agua para refrigerar el edificio y la tercera, evitar la propagación del fuego a los tejados colindantes.

-¿Puede ser que la primera y la tercera orden sean contradictorias?

-No, para nada. Con el agua que ellos tenían allí arriba, monitor y lanza no tienen por qué bajarse de la cesta, así de claro.

-¿Por qué se bajan de la cesta? ¿Desobedecen una orden?

-No puedo contestar a esa pregunta. Yo no los vi bajar de la cesta, ni ningún mando tampoco.

-Pero en las grabaciones se ve la cesta vacía.

-Sí, pero no los vimos bajar. Unos porque estaban haciendo unas tareas y otros porque estaban haciendo otras. En ese momento yo me había bajado de un balcón y me dirigía hacia Melquíades Álvarez.

-Vamos, que no le pilló dentro de milagro.

-No me hubiese pasado nada. Cayó el edificio y el balcón quedó intacto, estaba trabajando en una zona segura. Lo tengo que decir así de rotundo porque llevo 35 años de servicio y ya las vi más duras. No empecé de jefe, empecé de bombero, que a nadie se le olvide. Fui ascendiendo a base de esfuerzo y sé qué medidas de precaución tomar.

-Le han criticado por intervenir tan activamente.

-Dicen que hice el ridículo, pero tenía bien calculado lo que hacía. No estuve con ninguna manguerina, sino con una manguera homologada apagando el fuego desde un balcón, ayudado por un compañero. Posiblemente esta acción haya salvado la vida de "Cuni". Porque cuando se cayó no lo hizo encima de un brasero; se hubiera quemado. Además, que no hubiese fuego nos permitió entrar a rescatarlo.

-¿Qué pensó cuando cayó el edificio?

-Me supuse que había caído un forjado. No podía caerse la fachada, conozco las construcciones de Miguel de la Guardia porque llevo muchos años trabajando en Oviedo. Sé lo que costó derruir la fachada de la calle del Peso. No debería haberle pasado nada a nadie.

-¿Pensaba que los dos bomberos estaban en la cesta?

-No es que lo pensase, estaba convencido de que habrían visto el espectáculo desde arriba. Tenían que estar trabajando por encima de la cota del edificio, como se les había ordenado. La sorpresa es cuando veo que no están y es ahí donde viene el acojone. Cuando miro, veo la manguera colgando y la cesta vacía empiezo a preguntar dónde están. 'Es que se oye gritar', me dicen. Y la gente entró jugándose la vida. ¿Eso es una negligencia también?

-¿Trabajaban atados?

-Lo desconozco. Lo que sí puedo decir es que si alguno de los mandos los viese bajar de la cesta o que no estaban amarrados les hubiesen dado el toque.

-¿Se lo ha preguntado al superviviente?

-Hablé con él pero está muy afectado y no quise entrar en ese tema. Además, está pendiente de un tema judicial.

-¿Entonces cree que fue un exceso de confianza?

-Los bomberos tenemos un cierto grado de autonomía. El problema es que si arriesgas y tienes éxito eres un héroe, un valiente. Pero si te saltas los límites y se produce un accidente eres un villano, un tontaina y te juegas la pensión. Esa es la diferencia. Los bomberos a pesar de las órdenes a veces hacemos cosas que creemos que debemos hacer. No creo que sea desobediencia.

-¿Usted se habría bajado de la cesta?

-Pues seguramente que sí. Aún consciente de que no lo debería hacer. Veo algo y pienso, va, con quitar eso, voy a apoyar el pie... Y ese pie me llevó abajo. Cuántas cosas hemos hecho los bomberos que no deberíamos. Yo en mi carrera profesional mogollón. Ninguno va por el libro, todos hemos asumido riesgos.