Los hermanos Juan Carlos y Fermín Fernández se atecharon ayer en el portal 19 de la calle Uría para hacer vídeos y fotografías de la acera de enfrente a eso de las doce de la mañana. Estuvieron algo más de diez minutos y sólo se apartaban cuando entraban o salían los vecinos del edificio. "Hemos venido aquí porque es como asomarse a la historia de Oviedo". Lo dijeron casi al unísono y sin apartar la vista de sus teléfonos móviles; uno en posición horizontal y otro en vertical "para tener todos los ángulos posibles". Ellos son sólo un ejemplo de las decenas de personas que atravesaron ayer el tramo reabierto de la arteria principal de la ciudad -la orilla de números impares- con el único objetivo de mirar el inmueble que se incendió hace catorce días.

Los hermanos Fernández son conscientes de que "no se trata de un atracción turística porque ha muerto un bombero y otro resultó herido". De hecho, fotografiaron la maltrecha fachada en silencio, de forma solemne. A su lado, con el paraguas en una mano y el móvil en la otra, Argentino López hizo lo mismo. Este bilbaíno de paso en Oviedo para visitar a su hija y a su nieto, atendió a LA NUEVA ESPAÑA a media voz. "Leí lo que pasó en el periódico y lo vi en las televisiones, así que después de ver a mi familia, este es el segundo sitio al que he venido. Es una visita obligada".

La apertura de la acera de números impares también ha devuelto la vida a los negocios que se quedaron dentro del perímetro policial de seguridad.