Hubo un tiempo en que Oviedo fue una ciudad tan obrera como la que más, hasta el punto de que a finales del siglo XIX y principios del XX la mitad del censo de la ciudad eran obreros. Las jornadas de patrimonio industrial que organiza estos días el Ayuntamiento, en colaboración con los de Langreo y Mieres, guiaron ayer a un grupo de setenta personas por los barrios obreros de la ciudad, en una expedición dirigida por el geógrafo Sergio Tomé, que mostró algunos de los rincones menos "nobles" de la capital. Estaban asentados estratégicamente en la parte de atrás, en el declive de la colina, con caída hacia La Vega, los Postigos y más allá, en lo que el experto considera "una jugada" para expulsar a la clase trabajadora del centro de la ciudad. "En cuanto comenzamos a descender, la ciudad pierde toda su nobleza", manifestó el geógrafo al inicio de la ruta histórica.

"Vivían donde podían, en sitios como este, diluidos", explicó el experto en la primera parada del recorrido, la Calleja de la Ciega, subterránea desde que se construyó un tramo de acera sobre el primer ejemplo del modelo de vivienda "oculta" -una tipología dentro de los asentamientos obreros- que se construyó en Oviedo, a mediados del siglo XIX.

A escasos metros de La Calleja se levanta otro ejemplo de arquitectura obrera, la colonia del Marqués de San Feliz, adscrita esta vez al modelo de casas "jardín". En la segunda parada de la ruta, Tomé puntualizó que tras la I Guerra Mundial existía cierto miedo a que los soldados regresasen a casa con ideas socialistas, por lo que se utilizó el modelo de "ciudad jardín", con asentamientos más atractivos que las viviendas ocultas, aunque las dimensiones de los pisos rara vez superaban los 70 metros cuadrados. Eso sí, siempre estaban situadas junto a barreras y elementos de rechazo, en el caso de San Feliz -un asentamiento de armeros de La Vega- el ferrocarril.

La ruta por el Oviedo más obrero bordeó después la Fábrica de Armas para cruzar por El Milán hacia Pumarín. Allí se conserva aún uno de los mejores ejemplos de lo qué es un barrio oculto. Por un portón (ahora sin puerta) en la avenida que da nombre al barrio se accede a un callejón con dos hileras de casas modestas a ambos lados de un sombrío patio interior. En toda la ciudad hay cien como este, dispersos. "Tenían una fuente colectiva y hasta un retrete de uso común", explicó el guía a los participantes en la ruta, que mostraron su rechazo ante lo sórdido de algunos detalles relativos a los problemas de higiene y enfermedades derivadas de esta situación.

El tercer modelo de vivienda obrera, la de bloques, hay que buscarlo en las barrios de Teatinos y Ventanielles, donde concluyó la visita, que se prolongó durante más de dos horas. La primera consta de cien viviendas que se terminaron de construir en 1943 con la participación de presos políticos. En Ventanielles, según explicó Sergio Tomé, aunque los informes del propio régimen franquista habían determinado que esa hondonada no tenía condiciones para ser habitada -sobre todo por la humedad-, decidieron construir igualmente el polígono. Con una salvedad: "A Franco Oviedo le importaba, era la ciudad de su mujer, y ponía más cuidado en los proyectos de vivienda obrera que planificaba. Comparadas con las de otras ciudades obreras, las de Oviedo son una maravilla", concluyó.