El físico y filósofo austriaco Ernst Mach (1838-1916), no sólo influyó en Einstein -al que inspira para su Teoría de la Relatividad Especial-, o en el Círculo de Viena; y no sólo recibió censuras del Materialismo Dialéctico de Lenin, sino que definió uno de los grandes problemas filosóficos al no ver relación entre los conceptos que usa la psicología y los que ocupan a la física o a la mecánica. Dicho de otro modo, el espacio psicológico -por ejemplo el de la introspección, o el de la visión-, no tiene nada que ver con el espacio geométrico, el de "Los elementos" de Euclides.

Dicha diferenciación se denomina "el problema de Mach" y sobre ello disertó ayer Iñigo Ongay, profesor de Filosofía e investigador de la Fundación Gustavo Bueno. Su conferencia, "La filosofía de Ernst Mach desde el Materialismo Filosófico", ocupó ayer la sesión pública de los lunes en la Escuela de Filosofía de Oviedo, de la citada Fundación.

Ongay planteó su intervención como una "reivindicación del 'machismo'", y con el objetivo de determinar "cuánto de idealismo y cuánto de materialismo" se desprenden del austriaco, autor de obras como "El desarrollo de la mecánica", "El análisis de las sensaciones" o "Conocimiento y error". Para abordar su plan, el conferenciante no obvió la crítica de Lenin a Mach, basada en que el soviético halló en su obra "componentes idealistas, armonistas, monistas o mundanistas", es decir, "metafísicos", en definitiva. Sin embargo, la demolición leniniana de Mach se operó mediante "la falacia del hombre de paja", esto es, presentado una deformación del físico centroeuropeo. Tras los preámbulos, Ongay se centró en el citado "problema de Mach", o "imposibilidad de coordinar los conceptos de la psicología y los conceptos mecánicos o físicos", o "los componentes corpóreos frente a los componentes psicológicos". En ese marco se produce, por ejemplo, la "crítica de Mach a Newton y a su ideas del tiempo y del espacio absolutos", sobre los que el austriaco declarará que "desbordan cualquier planteamiento y experiencia de la mecánica, que es una ciencia de los sistemas artificiales, de las máquinas, y no del Universo". Ese desmontaje del espacio y del tiempo absolutos será asimismo la tarea de Albert Einstein en su dos Teoría de la Relatividad.

Pero, en particular, esa severa acotación entre lo que es el objeto de la ciencia física y lo que sería una especulación sobre el Universo es la que goza de un especial aprecio del Materialismo Filosófíco, cuyo creador, Gustavo Bueno, intervino a continuación de Ongay para resaltarlo y criticar que "a un premio Nobel se le pida su idea sobre el Universo", como si fuera capaz de tenerla. Bueno puso también el caso de que "los científicos celebran la ley de conservación de la materia de Lavoisier como si fuera aplicable al Cosmos, cuando él la formuló para reacciones químicas particulares".

Por su parte, tras describir el "problema", Ongay también abordó "la solución de Mach", donde el austriaco pierde la solidez del "pluralismo gnoseológico y ontológico y llega al monismo de definir 'los elementos'" como constitutivos de la toda realidad. Ahí, Mach propugna también el "monismo ideológico de una ciencia unificada", idea que no produce ninguna simpatía en el Materialismo Filosófico.