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¿Cómo distinguir la tristeza de la depresión?

La pérdida del ánimo es un fenómeno normal que se da en la vida l Cuando hay enfermedad todo se ve muy negro

¿Cómo distinguir la tristeza de la depresión?

A varios profesionales de la salud mental, entre los que me encuentro, nos empieza a inquietar el hecho de observar una tendencia a medicalizar demasiado a la población general y, en especial, a los usuario de los servicios de psiquiatría y psicología. Es decir, se valoran como patológicos una serie de fenómenos, generalmente emocionales, que deberían considerarse normales.

Tenemos que asumir que somos seres emocionales. Las emociones están ahí y, querámoslo o no, forman parte de nosotros, afortunadamente. Y digo afortunadamente porque gracias a ellas funcionamos por la vida. Si no fuera por las emociones, seríamos una especie de vegetal que ni siente ni padece.

Y una de las emociones muy inherente al ser humano es la tristeza. ¿Quién no se ha sentido triste alguna o varias veces en su vida?

Entendemos la tristeza como una caída del ánimo, un desfallecimiento de la energía que apaga nuestras intenciones y propósitos. Generalmente, afecta a las tres áreas de la personalidad: al área cognitiva, es decir a lo que pensamos, con un tinte pesimista y valorando los aspectos negativos de lo que nos acontece. Al área puramente emocional, lo que nuestro cuerpo expresa en forma de angustia, congoja o desazón. Y al área conductual, lo que hacemos en ese estado: habitualmente, poco o nada, sumidos en el sobrecogimiento y la paralización de la acción.

¿Y eso quiere decir que estamos enfermos? No necesariamente, estamos simplemente tristes. Puede haber, y de hecho las hay, un montón de circunstancias en nuestra vida que nos pueden llevar a la tristeza: cuando no logramos conseguir un propósito, cuando nos sobreviene una catástrofe, cuando sufrimos una pérdida de algo importante para nosotros (economía, trabajo, relación afectiva, salud física). Es habitual, y normal, que aparezca la tristeza ante las "pérdidas". Tan sólo es una advertencia de nuestro aparato emocional de lo que nos afectan los acontecimientos y así poder actuar en consecuencia.

Pero una experiencia de tristeza no tiene que ser necesariamente una depresión, médicamente hablando. Para los clínicos, la depresión es algo más complejo y donde la tristeza es sólo uno de los diversos síntomas que acarrea.

La auténtica depresión, como trastorno, puede darse sin que haya una causa específica que la provoque. Es como si el organismo se hubiera quedado "sin baterías", sin energía para vivir; a veces, hasta para realizar las mínimas tareas cotidianas o incluso para levantarse de la cama. Ciertamente, las circunstancias negativas influyen, pero es como si "lloviera sobre mojado"; agravan la situación, pero no son una causa directa. La persona deprimida, experimenta la tristeza como algo más profundo y, prácticamente, llevado a la esencia y la existencia. En la verdadera depresión todo cambia, todo se impregna y contamina del proceso depresivo. No se afecta sólo la existencia de la persona en un estoy deprimido, sino también la esencia en un soy depresivo. Es como si toda la filosofía de vida de la persona girase en torno a la depresión o, mejor dicho, se viera filtrada y contaminada por la depresión. Eso es así porque el prisma de la depresión hace que veamos e interpretemos las cosas de manera distinta. Como llevar unas gafas de sol demasiado oscuras; todo lo vemos muy negro.

La diferencia entre el que está simplemente triste y el que está con depresión es que el primero puede pensar: "Bueno, hoy estoy con estas gafas, pero me las podré quitar". El que está con depresión piensa: "No, no son unas gafas; son mis ojos, soy yo el que veo oscuro y lo que veo es la realidad".

La depresión sí precisa ayuda y tratamiento. La tristeza, generalmente no; hay que entenderla y dejar que se exprese en su justa medida.

Teléfono : 985225540

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