La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los cultivos del Paraíso

Tentación roja y negra

Tentación roja y negra

No puedo citar el lugar porque el pueblo es cercano y viven sus protagonistas. Una tía de mi mujer posee un chalet precioso en medio del campo, aunque no muy lejos de Oviedo. Todos los veranos invita a sus hijos y sobrinos a un cordero a la estaca, que siempre está exquisito, pero lo mejor de la comida es la tertulia. Sus hijos -varón y hembra, por orden de edad-son encantadores, y más aún su yerno, joven e importante abogado de Oviedo, al igual que su mujer, y que como corresponde a su profesión, es de conversación chispeante.

El pasado verano la tía pidió a su yerno que se acercase a la panadería del pueblo Yo me apunté. De la que caminábamos, me contó la historia.

"Fíjate en la panadera y en su marido. Aún son jóvenes; en realidad el panadero es él, que heredó el oficio del padre. Hacen un gran pan, te encantará. Los conocí de solteros. Ella era muy guapa -aún lo es- con su tipín de chica, y ya de aquella con aires decididos. Él, buen rapaz, con complexión normal, sano y fuerte". Se veía que congeniaban, que les iba bien. Y prueba de ello es que la panaderina, feliz con su vida, comenzó a ganar peso.

"Ye el pan del mi hombre", explicaba ella riendo, llena de vida.

Y puede que fuese cierto, porque ese pan lo merece. Pero se daba a la vez otro detalle: mientras la panadera, rebosante de dicha, engordaba, el marido menguaba. Hoy ella es esplendorosa, y él ni su sombra.

"Creo que no solo es el buen pan lo que la hace feliz...", comentó mi interlocutor.

Llegamos a la panadería. Delante, sentado en un banco, estaba un hombre. Nada más verlo supe que era el panadero. No me atrevería a decir la edad. Quizá joven, pero literalmente agotado. Como si en lugar de hornear pan descargase barcos.

Con la espalda encorvada y la mirada mate, tenía sobre las piernas un platín con moras negras y gordas que iba comiendo despacio.

El fruto de la morera negra, o moral, de nombre científico Morus nigra, es idéntico al de la zarzamora, aunque generalmente de mayor tamaño. No se trata de un cultivo habitual en Asturias, pues es propio de secano, pero puede darse en sitios soleados orientados al sur. Las moras también se encuentran de manera silvestre en la naturaleza.

Existe otra morera, la Morus alba, de fruto blanco, pero en nuestro clima fructifica peor. Es un árbol de tamaño medio-grande, con copa redondeada y hojas dentadas acorazonadas que recuerdan ligeramente al álamo, y que son el plato favorito del gusano de seda. Le vienen mal el encharcamiento, las heladas, y los vientos.

Se multiplica sin dificultad por acodo, aunque también se comercializan sus semillas. Los frutos, de verano, son de sabor dulce, por su gran riqueza en azúcares, y buenos suministradores de minerales y vitaminas, sobre todo la "C".

Entramos en el local. La panadera era inconfundible. El mostrador de madera vieja, muy limpia, no podía ocultar aquel cuerpo de matrona exuberante situada detrás de dos senos nutricios, aunque lo que llenaba la panadería -un local bastante grande- era su sonrisa abierta, franca, llena de alegría.

Era muy guapa de cara, con ojos atrayentes de mirada sana. El pan descansaba en una estantería de la pared del fondo, al lado de los hornos, por lo que cada vez que un cliente pedía una pieza, aquella mujer toda jovialidad viraba a babor, como un mercante, y se alejaba dejando al cliente hechizado por el movimiento acompasado de unas nalgas creadas por el delicioso pan candeal. Pero sobre todo era su ánimo, y su fuerza, y aquella simpatía lo que llenaba la atmósfera.

Supe al verla que la belleza verdadera existía en todos los lugares del mundo menos en las pasarelas de la moda en la que desfilaban chicas esquinadas, semejantes a perchas de tintorería de aire nazi.

Y entendí al pobre panadero, cautivo entre los brazos de aquella tierna nodriza de encanto y dulzura inacabable, hambrienta del pan y de quien lo hacía. Al salir de la panadería el hombrín nos ofreció el plato con moras. "Yo cómoles por los azúcares y les vitamines", dijo con voz inaudible.

Compartir el artículo

stats