Iván Vélez (Cuenca, 1972) conoció al filósofo Gustavo Bueno por los debates que veía en televisión. "Me gustaban sus teorías y, en el 92, empecé a investigarlo y a leer todo lo que había hecho y que llegaba a mis manos", explica. Tras ahondar en su sistema, afirma sin ruborizarse que Bueno "es el mayor filósofo de lengua española de todos los tiempos". Y ayer tuvo una nueva oportunidad de encontrarse cara a cara con su maestro.

Este arquitecto conquense se desplazó a Oviedo para ofrecer una conferencia sobre Rufino Blanco Fombona, un hispanista venezolano "adelantado a su tiempo" que defendió a capa y espada el español. "La lengua es el mayor activo de un español del siglo XXI. Hay que defenderla", señaló. Durante su ponencia, Vélez explicó algunas de las claves de la vida y obra de este personaje nacido en 1874 en el seno de una familia burguesa y liberal de Caracas, cuyo abuelo era un asturiano emigrado primero a Cuba y luego a Venezuela. "Ejerció de diplomático en Estados Unidos y Amsterdam. Era un reivindicador de la figura de Simón Bolívar y tenía muchas relaciones con el mundo literario español de la época, como Rubén Darío o Unamuno". Con la subida de Vicente Gómez al poder en su país, emigró a Europa y se asentó en España durante 30 años. "Aquí desarrolló buena parte de sus ensayos contra el imperialismo norteamericano y la invasión europea de América Latina, como él la llama, y fundó la importante editorial "América", en la que publicaron todos los autores relevantes del momento".

Rufino Blanco propugnaba una fraternidad entre las naciones hispanas, ejercitando las ideas de "imperio generador" e "imperio depredador" de Bueno. "Sitúa a España como el generador y al mundo anglosajón como depredador, desarrollando las ideas de Bolívar". Pero la democracia, la felicidad y la libertad que predicaba, "ocultaban un racismo de la época y una persistencia de unas elites frente al resto de la población".