Eran menos de los que les gustaría, pero los que estuvieron tenían claro el mensaje. "Contra la LGTBfobia, educación", gritaron ayer, a las puertas del teatro Campoamor. La Asociación XEGA (Xente Gai Astur), que representa al colectivo lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (LGTB) de la región convocó esta concentración en Oviedo coincidiendo con la conmemoración del día contra la LGTBfobia, que se celebra cada 17 de mayo en todo el mundo desde 1990, día en el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la homosexualidad no era una enfermedad mental. "Aunque la transexualidad lo sigue siendo", apunta Mané Fernández, el primer asturiano que se operó para cambiar de sexo.

Este año, el colectivo quiere hacer hincapié en concienciar a la población y los poderes públicos de la necesidad de dotarles de leyes que les amparen para luchar contra la discriminación y las agresiones físicas y psicológicas que sufren, sobre todo los menores en el entorno escolar. "El 40 por ciento de los delitos por odio que se cometieron en España en 2015 vinieron por LGBfobia, porque los transexuales no figuran ni en el estudio", asegura Yosune Álvarez, coordinadora de XEGA.

Pero dice que la realidad es peor de la que reflejan los números, porque mucha gente no se atreve a denunciar. "La semana pasada recibimos un correo anónimo de un chico que recibió un puñetazo en su instituto. Nos pedía que lo contásemos pero que él no podía denunciar ni decir nada en casa porque no había salido del armario. Es un problema muy serio". Así lo confirma Carjul García-Bernardo, una joven homosexual de 19 años. "Yo lo pasé mal en el instituto, hasta que salí del armario y ya no di más opciones para que se metieran conmigo. Pero saliendo por la noche, si te ven con una mujer de la mano o dándote un beso, tienes que aguantar burradas y gestos que no puedo ni describir. Tenemos que salir a la calle y denunciar. No se nos puede insultar o pegar por querer a alguien o ser como somos".

Victoria Domínguez, transexual de 20 años, asegura que su situación es todavía más complicada. "Nosotros no salimos del armario, el armario nos escupe. Tenemos que hacer activismo por supervivencia, porque es la única manera de poder vivir como somos". Guillermo Fernández, transexual de 19 años, afirma que "en cuanto nos hacemos visibles, estamos expuestos a insultos y agresiones, sobre todo en el caso de las chicas". Ambos explican que ir al banco o a recoger una carta puede suponer un suplicio, "porque tus datos no se corresponden con lo que tú eres y encima la sociedad te lo complica más". Creen que la única opción para cambiar la situación es incidir en "una educación basada en el respeto a la diferencia".