A juicio de Carlos Dardé Morales, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Cantabria, "sobre Menéndez Pelayo sigue cayendo aún la pesada losa del franquismo", un hecho que el propio catedrático verificó cuando en 2012, al cumplirse el centenario de la muerte del polígrafo santanderino, "ni el Partido Popular, en el Gobierno central, ni el Ayuntamiento de Santander, quisieron respaldar una exposición en la Biblioteca Nacional".

Sin embargo, Dardé reivindicó ayer que Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912), "fue el historiador que nos descubrió un pasado cultural español que no conocíamos, y que elaboró su historiografía y su escritura como una obra de arte, y que, en definitiva, era un patriota que amaba a España y quería conocerla". Dardé Morales ofreció ayer la conferencia "Memoria de Menéndez Pelayo en la primera mitad del siglo XX, 1912-1956" en la Escuela de Filosofía de Oviedo, de la Fundación Gustavo Bueno. Bajo la premisa de que "fue el español del siglo XIX más citado en la primera mitad del siglo XX", el conferenciante repasó las contrapuestas interpretaciones sobre el autor de "Los heterodoxos españoles".

Como dato revelador del papel que le atribuyó el franquismo -una especie de alma "de la España católica imperial de la Contrarreforma"-, Dardé relató "la apoteósica celebración del centenario de su nacimiento, en 1956", cuando sus restos fueron trasladados a la catedral de Santander y el futuro cardenal Ángel Herrera Oria le describió, en tono pleno del "nacionalcatolicismo", como "un antiguo profeta de Israel, intermediario entre Dios y el pueblo". Tal caracterización venía desde los inicios del régimen de Franco. Por ejemplo, Pedro Sainz Rodríguez, primer ministro de Educación Nacional del franquismo, le había calificado como "base de la enseñanza en el nuevo régimen", y destacaba en el cántabro la importancia que daba a "la patria como entidad moral, en lugar del patriotismo geológico de la Institución Libre de Enseñanza".

Pero las raíces de esa visión sobre Menéndez Pelayo eran anteriores, pues durante la II República se había "apropiado de su figura la derecha revolucionaria, antiparlamentaria y antiliberal", es decir, la "Acción Española presidida por Ramiro de Maeztu". Dardé Morales agregó el dato de que "nunca se había utilizado tanto como entonces el epílogo de 'Los heterodoxos españoles', cuando su autor habla de España como luz de Trento, espada de Roma, martillo de herejes o cuna de San Ignacio".

Evidentemente, agregó el conferenciante, el complejo problema de la religión en la República era asimismo el caldo de cultivo para que su faceta de "católico liberal" quedara solapada a favor de que el santanderino fuera tenido como inspirador de que "el ser católico era la esencia de la identidad española".

Pero, frente "a la apropiación de la Acción Española y del franquismo", Carlos Dardé postuló ayer que "Menéndez Pelayo fue fundamentalmente un historiador que nos dice que el ser de España se halla en una determinada historia y no en un principio metafísico".