El concejal de Urbanismo, Ignacio Fernández del Páramo (Somos), lamentó ayer que la patronal de la construcción, CAC-Asprocon, "viva, no ya en la edad de piedra, sino en la edad del ladrillo y no haya sido capaz de adaptarse a la realidad surgida tras el estallido de la burbuja inmobiliaria". Del Páramo respondía así a que dicha patronal haya rechazado de plano que la ciudad precise de una revisión del Plan General de Ordenación (PGO), tal como postula el tripartito del Ayuntamiento.
Según Del Páramo, "el PP y los constructores han desarrollado en Oviedo un urbanismo insostenible, caro para la mayoría, pero que daba beneficio a unos pocos". El edil explica además ese proceso: "Se recalificaban suelos rurales en zonas alejadas del centro, obligando a hacer cuantiosas inversiones públicas para dotar estas nuevas zonas de servicios básicos, como el saneamiento o el transporte". Del Páramo juzga que "ese urbanismo de bomba de racimo destroza la zona rural, encarece las inversiones públicas y sólo sirve para que unos cuantos puedan dar pelotazos".
Concretamente, el edil de Somos habla de "urbanizaciones fantasma, como La Manjoya, la mejor muestra del urbanismo que hicieron en estrecha colaboración con el PP".
A La Manjoya se había referido Daniel García Balbín, director general de la CAC, para cuestionar que un nuevo PGO deba desclasificar suelos edificables, ya que dicho sector ya se halla totalmente urbanizado. Balbín también criticó la "ideología" subyacente a la pretensión revisora del tripartito, a lo que Del Páramo he respondido que "un urbanismo medioambientalmente sostenible por supuesto tiene un componente ideológico, sustentado en la carta de los Derechos Humanos, los criterios de la ONU, de la Unión Europea o de leyes estatales y autonómicas".
El edil también considera que lo "ideológico" es la postura de la CAC, que "defiende que el mercado tiene la propiedad de autorregularse". En cambio, Del Páramo sostiene que "el desastre urbanístico de Oviedo debe terminar", basando un nuevo PGO en que "hay pocas cosas tan políticas como la ordenación de la 'polis', colocando el interés común por encima de intereses económicos particulares".
Por su parte, el grupo municipal de Somos criticó que "la CAC dé lecciones al Ayuntamiento sobre cómo gestionar la ciudad cuando su presidente, Serafín Abilio Martínez, tiene desde hace más de una década a todo un barrio, Ciudad Naranco, sin piscinas, con un edificio sin acabar sobre un suelo municipal, el spa del Naranco, bloqueado por su afán de lucro".
