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CARLOS ÁLVAREZ | Barítono, interpreta al conde de Hinojares en la zarzuela "La Marchenera"

"La crisis de la lírica seguirá mientras dependa de grupos no proclives a ella"

"La continua lucha por mantener el concepto de cultura la veo como algo irrenunciable a nuestro devenir"

El barítono malagueño Carlos Álvarez durante su interpretación del conde de Hinojares en la zarzuela "La Marchenera".

Escuchar el nombre de Carlos Álvarez en Oviedo se ha convertido en algo habitual. El barítono (Málaga, 1966) es una de las figuras más queridas y esperadas en cada nueva temporada de Ópera en la ciudad, pero, sin embargo, nunca había participado en el Festival de Zarzuela. Hasta ahora. El próximo lunes 30 de mayo, Álvarez se estrena en esta cita con "La Marchenera", una zarzuela de tres actos en prosa, con partitura de Federico Moreno Torroba, y que cuenta con Miguel Ángel Gómez Martínez en la dirección musical y Javier de Dios en la dirección de escena, que le lleva a meterse en la piel del conde de Hinojares. Para el intérprete, esta cita supone una emoción doble, por ser su debut y porque juega en casa, ya que su familia emigró al sur de España desde Asturias en el siglo XVIII. "La segunda desamortización provocó algo muy de actualidad: personas buscando su mejoría económica mediante la emigración. Ese es el origen de este Álvarez malagueño procedente de Jaén. Es un placer formar parte de esta tradición lírica tan importante para la ciudad y sentirse 'como en casa'".

-Su primera zarzuela en Oviedo. ¿Una cita especial?

-Sin duda. Un festival que llega a su 13ª edición concita una implicación directa de todos los que disfrutamos haciendo zarzuela.

-Se estrena con "La Marchenera", un título poco habitual en la programación, ¿cómo lo describiría?

-Precursora de "Luisa Fernanda", se apoya en un libreto que combinaba tipismo con trama conspiratoria. Todo ello aderezado con la música popular, y llena de atractivas melodías de Moreno Torroba. Además, la historia se narra desde una visión "particular" y sin dejar de ser honesta con sus exigencias musicales.

-¿Cómo es su personaje, el conde de Hinojares?

-Es un personaje elegante en sus formas, con una romanza y un dúo que son dos de los más impactantes números musicales de esta obra.

-¿Es posible que el público de hoy conecte con estas historias costumbristas?

-Quizás las formas de comportamiento, en sus expresiones externas, puedan ser hoy distintas, pero los seres humanos no hemos dejado de sentir de modo muy parecido. También hemos de contemplar la posibilidad de conocer otras épocas y costumbres usando la zarzuela de modo historicista, aunque no sea éste el caso.

-¿Qué papel juega el cantante en este cometido?

-En cuanto a la música se refiere, la honestidad con la interpretación de la partitura puede aportar visiones muy atractivas tanto para el público conocedor como para el que se acerca por primera vez. En esta producción se ha hecho un esfuerzo por seguir contando la historia mediante narradores interpuestos, sin quitar una pizca de protagonismo a los cantantes.

-¿Se afronta una zarzuela de distinta manera que una producción de ópera?

-No, en absoluto. Y en ello creo que radica la buena acogida de este tipo de producciones. Las necesidades interpretativas son incluso mayores por el hecho de tener que cambiar del registro cantado al hablado, siendo convincente en ambos.

-¿Debería programarse más zarzuela en España?

-Sin duda. La calidad de su música y la renovación de sus textos será, definitivamente, la que permita su programación más continuada.

-¿Qué ha pasado para que algunos la vean como un género menor?

-Posiblemente que se haya cometido el error de tomar el todo por la parte. El "género chico" es solo una parte de un rico y variado repertorio que, en ocasiones, ha sido maltratado por los que más lo querían, los intérpretes, las "orquestitas" y las producciones de bajo presupuesto tanto escénico como vocal.

-De hecho, su primera oportunidad fue con una zarzuela, con "La del manojo de rosas" en Madrid.

-Para un imberbe cantante que acababa de dejar sus estudios de Medicina y que salía del coro de la ópera de su ciudad, Málaga, para asumir el primer papel protagonista, aquello fue un sueño hecho realidad.

-Han pasado 26 años. ¿Qué ha cambiado en usted y en el mundo de la clásica?

-Las canas me permiten mirar hacia atrás con la perspectiva de, al menos, haber intentado hacer siempre lo más adecuado a mis capacidades vocales. Sigo asumiendo este privilegio con la ilusión de la primera vez, pero con la responsabilidad que mi trayectoria conlleva. En cuanto al medio, si todavía no podemos dar por supuesta la estabilidad de los derechos sociales, laborales y económicos alcanzados en nuestra sociedad, está claro que doy por descontada la continua lucha por mantener el concepto de cultura como algo irrenunciable a nuestro normal devenir.

-¿Es posible superar la crisis perenne de la lírica?

-Mientras dependa de la forma de financiación, no. Sin una verdadera ley de mecenazgo, la dependencia de administraciones no proclives a su mantenimiento puede ser el mayor peligro.

-Ha estado en la piel de casi todos los personajes importantes de la historia de la música, ¿qué le queda por hacer?

-¿Repetirlos? Cuantas más veces mejor.

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