Los jardines del renombrado palacete de "Villa Magdalena" -el que le ha costado al Ayuntamiento de Oviedo la friolera de sesenta millones- fueron el lugar elegido por un jabalí de unos sesenta kilos para fozar el sábado noche. Entre los arbustos del noble lugar encontraron unos policías locales al animal, que empezó a correr desorientado cuando su presencia dejó de ser todo lo discreta que le habría gustado. Los agentes decidieron que lo mejor para todos sería ayudarle a volver a su hábitat natural, el monte, antes de que amaneciese (eran las seis de la mañana) y la ciudad se llenase de gente, coches y ruido. Así que pidieron refuerzos y entre varias patrullas montearon al animal durante kilómetros por las calles del centro de la capital hasta el barrio de Las Campas, a los pies del Naranco.

La "operación jabalí" no pasó desapercibida. Los coches policiales, con las luces rotativas activadas, guiaron al animal por la calle Real Oviedo y la avenida de Colón hasta que le hicieron encarar la carrera a la calle Marcelino Suárez. Al llegar a la rotonda de Vallobín la cosa se complicó, porque el jabalí se refugió en los elementos vegetales instalados en el medio de la glorieta. Los policías grabaron la intervención con sus teléfonos móviles y en uno de los vídeos, al que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA, se ve al jabalí cruzando la calle de un lado a otro mientras los agentes se gritan unos a otros instrucciones: "¡Córtalu, córtalu, tira pa'l Naranco!" o "¡pósate y ciérralu!". En un momento dado, uno de ellos ve la operación insalvable y formula una pregunta: "¿Abatímoslu?".

Al final, el animal se tiró a las vías del tren desde el apeadero de Vallobín y salió unos metros más allá en el barrio de La Florida. La parte más complicada del trayecto estaba superada. Desde ahí sólo había que seguir de frente hasta Las Campas, a los pies del Naranco. El aventurero jabalí probablemente sea uno de esos habitantes del monte que, guiados por los olores y en busca de alimento, se aventuran de vez en cuando a "bajar a la población" por los pasos establecidos. El espacio entre el campo y la ciudad cada vez es más difuso. Los policías no sólo persiguen a los malos, ahora también tienen que hacer de monteros de jabalí.