El funeral por Emilia de Aspe Luzzatti, la viuda del antiguo presidente y propietario de Anís de la Praviana y fallecida el pasado miércoles a los 93 años, se celebró ayer a última hora de la mañana y congregó en la basílica de San Juan El Real a su vasta familia (nueve hijos, veintidós nietos y ocho bisnietos) y a muchos allegados. Uno de sus nietos, Alfredo Martínez Serrano, jefe de protocolo de la Casa del Rey, le dedicó al final de la misa unas cariñosas palabras, la reconoció como "un ejemplo de vida, que deja un legado inagotable", además de ser la mujer que le enseñó, a él y al resto de la familia, "la ley del amor".

Martínez Serrano, discretamente sentado durante la misa, subió al púlpito cuando ésta acabó y describió a su abuela como una mujer "capaz de convertir lo más pequeño en lo más grande" y de una entrega "incondicional". "Nos mostraste el verdadero señorío, un señorío basado en la bondad", señaló.

El funeral de cuerpo presente fue celebrado por el párroco de San Juan, Javier Suárez, y por el párroco emérito de Salinas, Rafael Santos, una localidad a la que la familia está vinculada. Durante la homilía, Suárez se refirió a Emilia de Aspe como una "cristiana convencida y una mujer profundamente religiosa", con "la fe sencilla y profunda de la que a menudo nos dan ejemplo nuestros mayores". Añadió que "la oración y el rezo del rosario fueron para ella un gran consuelo".

El sacerdote la retrató como una mujer entregada a la familia. "Cuando se ha luchado tanto para sacar adelante una familia tan numerosa, la muerte llega como un alivio", manifestó y agregó que "el funeral de Emilia da paz, porque pocas personas llegan a la muerte con tantos años como ella". A lo largo de su vida, subrayó Javier Suárez, Emilia de Aspe se entregó "al cuidado de sus hijos y su marido con dedicación".

Destacó también de ella "una gran sensibilidad que transmitió a sus hijos", la dulzura, que "nunca habló mal de nadie y todo lo disculpaba" y la generosidad: "dio todo lo que tenía, no conoció el egoísmo". Precisamente comentó que los bancos de la basílica de San Juan, desde los que la familia y los amigos seguían sentados la ceremonia fúnebre, habían sido pagados gracias a los donativos Emilia de Aspe que también colaboraba asiduamente con las parroquias del Sagrado Corazón de María de Oviedo y de Salinas.

Entre las muchas personas que acompañaron a la familia en el día de ayer estuvieron el periodista y director emérito de la Fundación Princesa de Asturias, Graciano García; el presidente de la Ópera de Oviedo, Jaime Martínez; el de la Sociedad Filarmónica, Jaime Álvarez-Buylla; Carmen Hidalgo y Enma Masip, viuda e hija respectivamente del alcalde Valentín Masip, y la esposa de Gabino de Lorenzo, delegado del Gobierno en Asturias, Rita Mari Álvarez.

Emilia de Aspe Luzzatti, de origen español por la rama paterna e italiano por la materna, era hija del gobernador militar de Asturias en la posguerra. Su marido, que falleció en 2009 a los 90 años, sucedió a su padre al frente de una de las tres ramas de una dinastía de fabricantes de bebidas alcohólicas que se afincaron en Asturias en el siglo XIX y de la que emanaron varias industrias del sector en la región, entre ellas Los Serrano, de Ribadesella.