Roger Jiménez cantó ayer a pleno pulmón en la calle Mendizábal veinte minutos antes de subir al escenario del Filarmónica con sus compañeros del taller de flamenco de La Corredoria. A sus diez años tiene claro que quiere ser cantaor y parecerse a su ídolo "Potito". A su lado, Nayara Sánchez, de la misma edad, insistía en que no estaba nerviosa por actuar "en unas tablas de verdad" mientras se retorcía las manos esperando su turno. Los niños participaron en el festival de centros sociales que organiza anualmente el Ayuntamiento para dar visibilidad a las actividades vecinales y de paso dar rienda suelta a la faceta artística de ciudadanos anónimos. Más de un centenar de usuarios de doce centros sociales ofrecieron un espectáculo gratuito de dos horas de duración en el que hubo cante, baile y teatro para todos los públicos.

Tras calentar la voz, batir palmas, bailar y animar el cotarro en plena calle, el grupo de La Corredoria -que ensaya en el Cortijo los jueves de 16 a 17 horas- dio lo mejor de sí bajo la dirección de su profesor Nacho Pevida, tan concentrado como ellos entre bastidores. Además, El Cortijo aportó cuatro actuaciones diferentes en la gala.

Hubo quien esperó en el pasillo de entrada a los camerinos y al escenario. Así lo hicieron los miembros del coro del centro social de Otero y Villa Magdalena con su director Carlos Ruiz de Arcaute, preparados para interpretar habaneras. El coro Dafne, de Teatinos, también se quedó en el pasaje esperando las órdenes de Iker Freire, encargado de la batuta. Y las bailarinas del grupo "Los peques de Colloto" se resguradaron de la lluvia que empezó a caer a eso de las 19 horas.

Y es que los camerinos de los tres pisos del edificio estaban llenos. La profesora de sevillanas Carmen Llanio se vistió de faralaes y se adornó el pelo con flores en la primera planta junto a una de sus alumnas de la calle Muñoz Degraín, Estefanía Díez. En otra sala, las chicas del centro social de La Florida se uniformaban con camisetas naranja flúor para bailar al ritmo de zumba con su monitora Sara Fariza, una joven de 19 años que da clase desde hace dos tanto en ese barrio como en Ules y San Esteban. También con vestido flamenco, Encarna Uña y Mercedes González posaron como experimentadas bailaoras en las escaleras del teatro momentos antes de actuar con el resto de compañeros del grupo de sevillanas del centro social de La Ería. "Lo hacemos por afición y por amor al arte", dijo Encarna sin perder la postura ni la sonrisa.

El público vitoreó a rabiar todas las actuaciones agradeciendo la calidad, el esfuerzo y la gracia. Por ejemplo, el grupo de bachata del Naranco y La Corredoria se metió en el bolsillo a los asistentes con su coreografía. Y los actores de la compañía Ayalga, de Pumarín, consiguieron el mismo efecto en el respetable gracias a la comedia de enredo "Vaya lío de cumpleaños". Aplausos.