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Miguel Ángel Polanco | Presidente del coro vetusta

"El público ovetense aplaude poco en los conciertos; los intérpretes lo dicen"

"De joven sentí la vocación religiosa e ingresé en la Congregación de San Viator; después di un giro a mi vida, me casé y tuve dos hijas"

Miguel Ángel Polanco, pedagogo jubilado y actual presidente del Coro Vetusta, que cumple veinte años, es uno de esos asturianos de adopción totalmente asimilados a la región y a sus entresijos. Para ser más precisos, Polanco se siente plenamente ovetense, la ciudad a la que llegó hace más de treinta años, al poco de casarse con su mujer, de origen mexicano.

Vallisoletano de nacimiento, criado en León. "Nací en Valladolid en 1951, en el seno de una familia numerosa de cuatro hermanos. Mi padre fue administrador de obras publicas. Le enviaron a León y ejerció allí su profesión. Así que dejé Valladolid con cuatro años y viví en León hasta la adolescencia. La verdad es que parece como que ya poco a poco iba acercándome a Asturias".

Vocación religiosa temprana. "En la adolescencia sentí la vocación religiosa e ingresé en los hermanos de San Viator, una pequeña congregación de origen francés. Hice el noviciado entre Valladolid y Escoriaza (Guipúzcoa). Estuve quince años como religioso, con votos perpetuos. En esa época estudié psicopedagogía en la Complutense. Después de destinaron al colegio San Viator de Vitoria, donde residí en 1983. Entonces mi orientación vocacional cambió. Busqué trabajo como profesor de niños en la ONCE. Puede elegir entre quedarme en Vitoria o venirme a Asturias. Y es que una tía que tenía en Oviedo me comentó que en el colegio de Ángel de la Guarda, de Aspace, en Latores, buscaban profesores. Me atrajo la idea, porque eso de que mis hijos tuviesen que estudiar euskera no me hacía mucha gracia, y eso que allí lo ganaba muy bien".

La llegada a Oviedo, al barrio de La Corredoria. "Así que me instale en Oviedo y estuve seis años como profesor de niños con parálisis cerebral. Entonces tenía 33 años y ya estaba casado. En la ciudad enseguida me encontré muy integrado. Se vivía una tranquilidad estupenda. Nos fuimos a La Corredoria. He visto el barrio hacerse poco a poco. Entonces estaba todo por construir. Primero viví en La Estrecha y luego en la Plaza de Cuatro Caños. Me gusta mucho mi barrio, tan activo y dinámico, con empresarios que quieren tirar para adelante. Por eso me dan pena cosas que pasan como la paralización de la inauguración del mercado. Ahora que se acercan las fiestas de San Juan, cada vez más importantes, es un buen momento para visitar La Corredoria".

Siempre vinculado a la enseñanza. "Un año estuve en Mieres en la Academia Lastra y al año siguiente me contrataron en el Amor Misericordioso de Colloto, donde permanecí 26 años, hasta que me jubilé, como tutor, terapeuta logopeda y profesor de técnicas de estudio y de música. Logré estudiar música y tocar el piano, a pesar de una minusvalía que tengo en las manos. En la congregación de san Viator potenciaban mucho la música y eso me ayudó. Saqué una titulación para dar música en Primaria. En el colegio de Colloto logramos un nivel importante con los niños".

El encuentro con la música coral. "Una de mis dos hijas me busco un coro por internet. Mi mujer, de origen mexicano, a la que conocí cuando era profesora de técnicas de estudio del Instituto Pascale en Vitoria, también me animó. Entre en el coro y enseguida me acogieron. Llevo seis años y hace dos me eligieron presidente. Mi misión es representar a la agrupación en sus relaciones institucionales, organizar los viajes y hacer que los componentes el mundo tenga todo a mano. El director del coro me llama el 'presidente catedrales'. Es verdad que hemos cantado en muchas catedrales importantes como San Lorenzo del Escorial y en Santa María del Mar, en Barcelona. En octubre cantaremos en Burgos y en el Pilar. También queremos ir a Viena, Oporto e Irlanda. Somos un coro muy viajero. El festival que celebramos el pasado fin de semana en el Auditorio fue todo un éxito. El siguiente queremos que sea internacional, con coros de Portugal, Francia e Irlanda".

Escasa efusividad. "Una de las cosas que me extraña de Oviedo es lo poco que aplaude la gente en las actuaciones, ya sea en teatros o en la plaza de la Catedral. Los intérpretes lo dicen. Los niños tampoco aplauden. No entiendo el motivo de que seamos tan poco empáticos con la gente que viene de fuera. Así que yo aplaudo siempre mucho, por mi que no quede. A los artistas les gusta que se reconozca su trabajo".

Cantar en la calle. "Los componentes del coro asistimos a muchos conciertos y óperas. Ahora estamos en el proyecto municipal para actuar al aire libre, por las plazas de Oviedo. Será entre finales de mayo y primeros de junio y es para sacar fondos para los refugiados. Los músicos darán conciertos desinteresadamente. La verdad es que Oviedo se presta a esas iniciativas. La transformación de la ciudad es un lujo".

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