El arzobispo Jesús Sanz estuvo pendiente del cielo durante la misa solemne del Corpus Christi que ofició ayer en la Catedral. Además de explicar el Evangelio y presidir la liturgia, no tuvo más remedio que consultar las predicciones meteorológicas para saber si iba a llover a partir de las 13 horas. Es decir, cuando estaba previsto partir en procesión con el Santísimo Sacramento por la plaza de Alfonso II, la Rúa, Cimadevilla, la plaza del Ayuntamiento, Riego, y Ramón y Cajal para finalmente regresar al templo. La Agencia Estatal de Meteorología apuntaba una posibilidad de agua de más de 90 por ciento a eso de las 12.55 horas y en la calle comenzaba a chispear. "Me aconsejan que lo mejor es celebrar la procesión en el interior de la Catedral. Y así vamos a hacerlo", concluyó el arzobispo de Oviedo al pasar diez minutos de la una.

Con lo que no pudo la lluvia fue con el mensaje del Arzobispo, que se refirió durante la misa a la precaria situación de los refugiados "que van a la deriva entre olas de insolidaridad". Sanz instó a la sociedad a ayudar y acoger a las familias que lleguen a España procedentes de países en guerra como Siria y a que las noticias de su calvario no caigan en el olvido. Es más, durante la posterior degustación de las fresas en el Ayuntamiento, afirmó que el número de refugiados que llegarán a Asturias, siete personas procedentes de Grecia, es "insuficiente" y defendió la posibilidad de que venagn más. "Yo pedí diez familias para que la diócesis se hiciera cargo de ellas, pero no es posible porque hay que seguir las indicaciones de Europa".

Lejos de desilusionarse, los niños que iban a recibir la primera comunión y que esperaban ansiosos en la bancada para salir a desfilar por el casco antiguo preguntaron en voz baja "cómo se hacía eso". Sanz y el deán catedralicio, Benito Gallego, tranquilizaron a los pequeños y organizaron el acto solemne. Los portadores de los estandartes de las penitenciales de Oviedo formaron una fila y la banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo de la Piedad -que por primera vez actuó en la misa del Corpus- comenzó a tocar en una nave lateral.

Al mismo tiempo, frente a la iglesia de San Isidoro, los hermanos de la Cofradía del Santo Entierro y Nuestra Señora de los Dolores en su Inmaculada Concepción recibían la noticia del cambio de planes con cierta desilusión. Habían colocado allí una alfombra floral a las siete de la mañana para que seis horas después, Sanz la pisase e hiciese la bendición solemne. Los claveles, las rosas, las hortensias y la sal estaban todavía en perfecto estado pese a la lluvia que empezaba a caer. Pero los cofrades retiraron el pequeño altar que habían colocado en la escalinata y rezaron para que el año que viene haga mejor tiempo durante el Corpus.

El grupo municipal del PP al completo siguió la homilía junto con los ediles de Ciudadanos -Luis Pacho y Luis Antonio Zaragoza- y Cristina Pontón, concejal de IU, que se sentó algo alejada del resto de compañeros del Ayuntamiento al lado de la mujer de Agustín Iglesias Caunedo, Gema Lana. Además, el arzobispo agradeció la presencia de parte de la corporación municipal, que calificó como "un gesto de libertad que ayuda a difundir nuestro testimonio". Para Sanz, el Corpus Christi que se celebra simultáneamente en los barrios y pequeñas poblaciones de Asturias es tan importante como la de la Catedral, en referencia, por ejemplo, a la que se hizo ayer en La Tenderina, en la parroquia de San Francisco Javier.