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Alejandro de la Uz | Empresario

"Me fui de la Cámara de Comercio para montar tiendas, quería algo más"

"Mis padres dejaron la casería de Tineo y se vinieron a Oviedo para poder darnos estudios a mi hermano y a mí"

Alejandro de la Uz.

Alejandro de la Uz, empresario, comerciante pionero y emprendedor en el más amplio sentido de la palabra, nació en Bebares (Tineo), al lado del río Narcea. Cuando no había cumplido lo doce años sus padres decidieron trasladarse a Oviedo para propiciar que sus dos hijos estudiasen y se labrasen un buen futuro. El pequeño Alejandro ya había pasado un año interno en el antiguo colegio Hispania, así que la llegada del resto de la familia fue una auténtica bendición para él. Desde ese momento su Oviedo fue el de la calle Independencia, donde los padres regentaban la pensión Aramo, de la que guarda los mejores recuerdos.

La vida urbana en el Oviedo de los años cincuenta. "Llegar a Oviedo, desde un pueblo de Tineo, supuso un cambio total en mi vida. Mis padres querían que mi hermano y yo estudiásemos. Dejaron la casería y se hicieron cargo de la pensión Aramo en la calle Independencia. De los primeros años en el pueblo recuerdo que íbamos en bicicleta a la escuela a Santianes y a Santa Marta, siempre buscando un maestro que nos pudiese enseñar. De hecho en Santianes llegué a preparar el ingreso en Comercio con una de aquellas maestras que lo mismo enseñaba matemáticas que literatura. Estuve interno un año en el colegio Hispania. Cuando mis padres y mi hermano vinieron para Oviedo empecé el peritaje mercantil y antes de acabar me llamó el director para decirme que en la Cámara de Comercio buscaban personal".

El trabajo en la Cámara de Comercio. "Estuve allí unos tres años como jefe administrativo, sin haber hecho la tesis aún. Estaba bien, con un trabajo fijo, llevando la contabilidad presupuestaria. Me gustaba pero no me llenaba, yo quería algo más. Mi padre había comprado un bajo de cien metros cuadrados en la calle Valentín Masip, entonces sin asfaltar y con luces colgadas de postes de madera. Corría el año 1969. Decidí poner una tienda de perfumería y droguería en la que también tenía artículos de mercería y calzado, para surtir al barrio. Pensé en la alimentación, pero ya empezaban a llegar las medianas superficies y no me pareció buena idea. Abrimos el 9 de septiembre de 1969, al día siguiente de la fiesta de Covadonga".

La boda con Carmen. "En septiembre abrí la tienda y en octubre me casé con Carmen, madre de nuestros cinco hijos y la persona que siempre ha estado a mi lado en todos los momentos. Tengo que confesar que algunas cosas se las contaba ya a toro pasado. Por ejemplo, cuando la cerrar la tienda de Ceñal y Zaloña en la calle Fruela, me empeñé en comprar el local. Si se lo digo antes seguro que, con su sentido común, trataría de convencerme de que no lo hiciera".

La expansión de un imperio local. "Después de Fruela llegaron otras tiendas. Vendíamos colonia a granel, resultado de mezclas que se me ocurrían a mi. Ponía esencias y diferentes fragancias y luego apuntaba lo que había llevado cada cliente, para poder servir la misma mercancía en la próxima visita. El litro de colonia costaba una o dos pesetas. También llegué a vender rollos de papel pintado que colocaba un amigo. En un momento dado siete drogueros de Oviedo creamos una cooperativa para empezar a comprar juntos y conseguir mejores tarifas. La cooperativa se deshizo y se transformó en una sociedad limitada que sigue funcionando, en la que ya no estoy".

Orgulloso de sus sucesores. "Estoy muy orgulloso de mis hijos. Carmen, Alejandro y Paula están en el negocio. Yo estoy jubilado, pero me gusta estar al tanto y saber como van las cosas. Aunque me marche de vacaciones no paso más de dos días sin conectarme para mirar las ventas del día. Mis hijos siempre han sido partidarios de expandir el negocio, tienen una gran visión comercial".

Escéptico ante el futuro. "Es difícil saber si el comercio tradicional tiene futuro. Primero habría que definir lo que es realmente. Lo del 'buen paño en arca se vende' ha pasado a la historia. Hoy hay que ser dinámico, tener buenos precios y estar preparados para una actividad cada vez más compleja. No se trata solo de hacer caja. La formación es muy importante. Yo impartí muchos cursos de gestión con la Cámara de Comercio a profesionales de toda Asturias."

Ovetense de corazón y adopción. "Enseguida me adapte a Oviedo. Me siento ovetense, aunque también me gusta mucho Tineo. La ciudad ha cambiado mucho desde los años cincuenta y los hábitos de consumo también. Los cosméticos están de moda. La gente se gasta mucho en cuidado personal, pero se vende a un precio que no permite sacar rentabilidad. Se gana más con una botella de lejía que con un bote de Chanel". El futuro comercial de la ciudad se esta aclarando. El gran problema es que se ven muchos locales cerrados".

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