Un colegio de "pasado, presente y futuro". Así definen sus responsables al Corredoria I, el primero que hubo en el barrio, construido en 1968 en medio de un descampado, y como colegio de concentración para acoger a los núcleos rurales dispersos por la zona del Naranco. De ese pasado relajado, el centro ha evolucionado a un presente que lo coloca como el segundo de Asturias en número de alumnos, cerca de 700 y con problemas de saturación. Su futuro está en las obras pendientes. El proyecto para construir el nuevo aulario de Infantil ya está redactado, pero sin consignación presupuestaria. Mientras, los tres grupos de 5.º de Primaria dan clases en barracones, unas estructuras a las que están muy acostumbrados en el barrio más populoso de Oviedo.
Una de las señas de identidad del centro es su comedor, con cocina propia, también pendiente de ampliación. Este espacio sirve como eje vertebrador de varios proyectos. "Desde aquí atendemos todas las particularidades del alumnado", explica el jefe de estudios, Ángel Fernández. Los niños más mayores, de 5.º y 6.º colaboran todo el año sirviendo mesas y el colegio les devuelve el favor con un pincheo el 1 de junio.
El centro presume también de un programa bilingüe, uno de necesidades especiales y otro más para atender a los alumnos de altas capacidades y alto rendimiento. De hecho, La Corredoria es el único colegio público de Oviedo que desarrolla este plan (Proyecto de Emergencia Instrumental), para un grupo de una veintena de estudiantes, tal y como explica el director del colegio, Pablo de la Puente.
No se olvidan en el Corredoria I del deporte y la salud. El centro organiza una carrera solidaria con el síndrome RET, tiene bolera propia y participa desde el inicio en las Olimpiadas Intercentros.
Una plantilla de 54 profesores atiende las necesidades del alumnado, con tres grupos por curso, aunque para la generación de "baby boom" de La Corredoria, los niños de 1.º y 2.º de Primaria se están planteando crear un grupo más, porque la ratio, de entre 25 y 27 alumnos por clase, supera en algunos casos los límites legales. "Aquí siempre tenemos problemas de espacio", asume el director del centro, que espera como agua de mayo la construcción del nuevo aulario de Infantil, que permita a los niños de 5º dejar los barracones provisionales "que no están tan mal".
