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El vínculo entre contaminación y esclerosis lateral divide a los expertos

Científicos cántabros relacionan el plomo con la mortalidad por ELA, mientras investigadores asturianos niegan rigor al estudio

El debate se sintetiza en una pregunta: ¿Contribuye la contaminación a que haya más muertes por esclerosis lateral amiotrófica (ELA)? Un grupo de investigadores de la Universidad de Cantabria y del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander sostiene que la ELA -enfermedad neurodegenerativa de elevada mortalidad, famosa curiosamente por afectar a una celebridad que no ha muerto, el científico Stephen Hawking- afecta casi a un 30 por ciento más de pacientes en el norte que en el sur de España. Los autores del estudio sospechan que en esta diferencia pueden estar incidiendo factores tóxicos, entre los que destacan la contaminación atmosférica, en concreto los niveles de plomo en el aire, más elevados en la mitad septentrional del país, según han plasmado en un estudio publicado en la revista "Neurological Sciences".

Muy distinta es la opinión de Adonina Tardón, profesora titular de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo y responsable de varios estudios sobre la relación entre agentes contaminantes y enfermedades. A juicio de la profesora Tardón, el estudio dirigido por Ana Santurtún y Javier Riancho es "ecológico", lo cual significa que "no permite concluir causalidad ni asegurar exposición". "Los estudios ecológicos pueden servir para asociar, sin seguridad causal, una patología aguda, por ejemplo los ingresos por asma, con concentraciones diarias de contaminación", señala la investigadora asturiana. Sin embargo, en las enfermedades crónicas, "en las que los individuos viven 20 ó 30 años, no se puede asociar la mortalidad actual con la contaminación actual, debido a la supervivencia y a la latencia de la enfermedad".

A la hora de estudiar los efectos de la contaminación atmosférica, "la causa antecede al efecto en años, a veces muchos, incluso puede datar del momento del nacimiento de la persona", precisa Adonina Tardón. Con lo cual, "en todo caso, más que asociar la contaminación con la mortalidad habría que asociarla con la incidencia, con la tasa de casos".

Ana Santurtún y Javier Riancho afirman que sólo entre un 5 y un 10 por ciento de los casos de ELA están causados por mutaciones genéticas que se heredan de padres a hijos. El 90 por ciento restante tiene un origen multifactorial, en el que se sospecha que algunos factores ambientales pueden interactuar con los genes dando lugar a la aparición de la enfermedad en individuos predispuestos. En Cantabria, agregan, la incidencia se ha duplicado desde los años 70 del siglo pasado.

"A mi juicio, en este caso concreto, están midiendo una falacia ecológica, ya que no tienen en cuenta la latencia ni la evolución de la enfermedad", replica Adonina Tardón. "En general, la mortalidad por enfermedades motoras ha aumentado en este siglo por el aumento de la expectativa de vida", añade.

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