"La generosidad, el esfuerzo, el compañerismo y la humildad son las principales señas de identidad del rugby", subrayó ayer Alberto Pérez Iglesias, presidente de la Federación Asturiana de Rugby, en el transcurso de una mesa redonda celebrada en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA. El acto llevaba como título "Rugby, una educación en valores para la vida", y fue moderado por el abogado Gonzalo Botas. En las diversas intervenciones -y particularmente en un vídeo que se proyectó al principio del coloquio- quedó de manifiesto una clara rivalidad con el fútbol, así como la convicción de que el rugby es una herramienta mucho más eficaz en la educación de las nuevas generaciones. "Hay una sana rivalidad que me ha ayudado a forjar mi carácter para la vida", apostilló Alberto Pérez.

Josué Barettino, presidente del Real Oviedo Rugby, inició su intervención anunciando una "desmitificación de los valores del rugby". Pero acto seguido matizó: "Claro que los tiene, pero son los que todos llevamos dentro, aunque es cierto que luego en la vida llegan momentos en los que podemos dar mayor preponderancia a las conductas negativas". Barettino abundó sobre su filosofía de este deporte: "El rugby es un medio para que afloren nuestros valores. Te pone frente al espejo de tus posibilidades y capacidades, y te hace ser generoso". Se trata, en definitiva, de "un medio que nos hace mejores personas; de hecho, ha sido determinante en la vida de mucha gente".

Gonzalo Botas aseveró que el rugby debe ganar en presencia pública, dado que "los valores en los que nos educa son los que tenemos que tratar de transmitir a la sociedad". "Hemos de trabajar para que el rugby ocupe en el lugar que se merece", señaló el abogado. A juicio de Carlos Souto, director técnico de la escuela del Real Oviedo Rugby, "son muy importantes la humildad, el respeto y la unión dentro del equipo". "Las mejores personas y los mejores entrenadores deberían estar trabajando en las escuelas", enfatizó. Arturo Méndez, jugador del primer equipo, relató detalles de su estancia de nueve meses en Nueva Zelanda, capital mundial del rugby. "Lo viven como aquí el fútbol. En el colegio no había nadie que no supiera jugar o dar un pase. Me gustó mucho la unión. El equipo es también tu grupo de amigos, genera una relación casi de hermanos", subrayó.