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Pelayo Cueli, estrella del billar con 10 años

Una sala de Oviedo acoge el Campeonato de España, donde destaca un niño asturiano que ocupa el puesto 21.º del ranking nacional

El pequeño Pelayo Cueli, preparado para golpear una bola. MIKI LÓPEZ

Los que piensan que se puede jugar al billar después de bajarse una botella de J. T. S. Brown, bourbon de Kentucky, es que nunca han estado en una competición seria. Allí no encontrarán a nadie como el Gordo de Minnesota ni verán a Paul Newman trasegar whisky como si fuera agua. Pero no se desanimen. El espectáculo merece mucho la pena.

El asturiano Pelayo Cueli tiene sólo 10 años. Es un niño normal, saca buenas notas en el colegio y, además, es una de las grandes promesas del billar español. Verlo concentrado para meter una bola es muy llamativo. Todo es muy grande para alguien tan pequeño. Pero el chaval no aparta nunca la mirada de la mesa y sólo piensa en la bola que tiene que meter y en cómo dejar la blanca en la mejor posición para introducir la siguiente de nuevo en el agujero indicado.

Pelayo está participando en la competición que se disputa estos días en Oviedo y que congrega a algunos de los mejores jugadores de España: gente que tiene en su historial títulos europeos y que, de tratarse de un deporte más popular, serían grandes estrellas. Para empezar a adentrarse en este mundo hay que distinguir las modalidades. Y la primera gran brecha está entre el billar que se juega con agujeros y el que se juega sin ellos. Este último es el de carambolas y es otra historia.

Dentro del billar con agujeros están el pool Bola 8, el pool Bola 9, el pool Bola 10 y el snooker. En el Club Billar Snooker de Oviedo se están disputando estos días los campeonato de España junior, absoluto y por comunidades autónomas de Bola 8 y 9. El primer juego es quizá el más popular. El que jugaban los chavales en las salas recreativas. Un contendiente tiene que meter las bolas lisas y el otro las rayadas. Y la última, la negra. En el Pool 9 las bolas están numeradas y han de meterse primero las de menor valor. Si consigues meter en una misma tirada primero la bola de menor valor y después la de mayor, ganas la partida.

Si hay alguien que habla con pasión de este deporte, ése es Roberto Suárez. Desde hace un año y medio regenta el club en el que se está desarrollando el campeonato. Un lugar amplio en la calle Bermúdez de Castro en el que caben ocho mesas de competición a las que su propietario mima con cariño. No hay humo, no hay apuestas, ni rastro de que por allí pasará ningún buscavidas como el de la legendaria película de Robert Rossen. Entre las mesas que se encuentran en este local destaca una con el tapete verde, mucho más grande que el resto. Es la de snooker y es enorme.

Esta modalidad es una de las más populares gracias a la televisión. En Gran Bretaña es un deporte muy seguido y mueve mucho dinero. Las principales competiciones de snooker pueden seguirse desde España. Así comenzó la historia de Pelayo Cueli. Su padre, Rubén, asegura que teniendo el niño dos años estaban juntos viendo dibujos animados en la televisión y que haciendo zapping dejó un rato una partida de snooker. El crío no protestó. Al contrario. Al día siguiente le preguntó a su padre por "los dibujos de las bolinas". Su padre no sabía a qué se refería su hijo hasta que otro día volvió a pasar y el niño le explicó que esos eran los dibujos que le estaba pidiendo. Tanta fue la afición que cogió Pelayo por el billar que su padre, un profano en este deporte, tuvo que ponerse las pilas para ayudarle en algo que le apasiona y que se le da muy bien. A pesar de su juventud, es el 21º en el ranking nacional absoluto.

Otro gran jugador asturiano, Álvaro Canóniga, actual subcampeón de España de snooker, insiste en que hay que dejar atrás esa imagen del billar como un juego oscuro, ligado a la noche, a las apuestas y a las malas costumbres. Él es un estudiante que entrena tres horas tres veces por semana para mejorar en un deporte que exige mucha concentración y precisión. "Uno sale muy cansado de una partida", explica. Normalmente lo hace en el local de Roberto Suárez. Un espacio en el que se respira un ambiente sano. "Si me entero de que alguien está apostando inmediatamente le apago la luz", dice tajante el propietario.

Roberto fue jugador y ahora tiene una de las mejores salas de España. Un lugar idóneo por sus grandes dimensiones para organizar torneos de nivel como el que concluye mañana. Rubén Estrada, presidente de la Federación Asturiana, piensa que la imagen del billar está cambiando, que hubo una época en la que algunos vieron "El color del dinero" y salieron corriendo a una sala de billar para ser como Tom Cruise. "Cuánto daño han hecho las películas", lamenta Roberto Suárez. Y se pregunta: "¿Por qué no hacen películas sobre las apuestas en el fútbol?".

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