Elena Méndez Martínez (Arancedo, El Franco, 1990) representa la tenacidad, la persecución de una llamada vocacional que ha visto muy clara. En una rotación de tercero de carrera -estudió medicina en Valladolid- descubrió la anestesiología. Luego estrechó lazos con ella en el Hospital de Jarrio, donde pasó algunos meses de agosto "encantada y muy bien acogida".

Sin embargo, en el examen MIR del pasado mes de febrero fue víctima de eso que suele llamarse "un mal día", una situación tal vez más frecuente de lo que pueda pensarse. "Ese día me levanté bastante nerviosa, muy agitada, y no logré rendir como tenía previsto", explica. Los simulacros que había realizado durante el Curso MIR le hacían vaticinar mejores resultados, pero cuando salió la plantilla de respuestas vio que se había quedado en el puesto cuatro mil y pico. Las plazas para formarse como anestesista se agotaron en torno al 3.700.

Había que tomar decisiones. Un cuatro mil le permitía elegir entre un buen puñado de especialidades, pero en Elena Méndez prevaleció la llamada de la anestesiología. "Es una especialidad de la que me gusta todo, tiene un campo muy amplio, abarca muchísimas cosas", argumenta. Por eso ha vuelto a matricularse en el Curso MIR de Oviedo. "Quedé muy contenta de la preparación que me dieron, es buenísima. Tengo la intención de seguir sus instrucciones al pie de la letra". Pero su mayor desafío consiste en "corregir el factor individual". "Espero llegar al examen con más seguridad; ahora tengo experiencia y sé cómo funciona", subraya.

Elena Méndez no se atreve a lanzar las campanas al vuelo, pero confía en el esfuerzo. Y, sobre todo, no quiere pasarse una vida entera "reprochándome a mí misma que no conseguí algo por no intentarlo suficientemente".