Aunque el libro que presentó ayer Román Álvarez en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA se centra especialmente en documentar la presencia de judíos en Avilés, el profesor jubilado y exconcejal socialista en la Villa del Adelantado recoge en su trabajo -que lleva por título "Avilés, las huellas de Sefarad"- algunas otras referencias fundamentales para conocer la historia asturiana. "Hubo familias de judíos conversos que se refugiaron en las brañas, entre los vaqueiros de alzada. Los vaqueiros no estaban censados, vivían más escondidos y esa vida les venía muy bien a los conversos por si tenían que huir de la persecución a la que estaban sometidos. Les iba la vida en ello", explica Álvarez.

El libro de Román Álvarez nace de los trabajos que surgen en Avilés a raíz del congreso de expertos celebrado con motivo de la recuperación del segundo pergamino del Fuero de la ciudad. "De la lectura de muchas de las obras de profesores y expertos me interesó especialmente la presencia de los judíos y así comenzó todo", señala el autor. El Fuero de Avilés recoge un precepto que hace alusión a que cualquier persona que ejerciera como testigo debía ser practicante cristiano "mayor de siete años", es decir, que llevase al menos ese tiempo convertido al cristianismo. "Sólo puede referirse a conversos judíos o musulmanes, y estos últimos fueron muy escasos en Asturias y solían ser esclavos, por tanto, no podían ejercer como testigos. Si no hubiese habido judíos en Avilés se habrían suprimido esos artículos del Fuero", subraya Román Álvarez.

En el libro también se documenta que en la época existían "instrucciones para regular el interés al que podían prestar el dinero o para determinar si podían o no casarse con cristianos", además de "acuerdos o contratos de compraventa que demuestran la presencia judía en la ciudad".

Las familias judía, según el autor, estaban vinculadas al negocio de la sal, al comercio en general y sobre todo al cultivo de la vid. Por aquel entonces Avilés era tierra de vinos y tal fue la importancia de este caldo que todavía hoy quedan referencias a esa realidad en la toponimia. "El ejemplo es la parroquia de San Cristóbal de Entreviñas que hace referencia a la existencia de viñedos abundantes en la zona", mantiene Román Antonio Álvarez.

En el acto de ayer también estuvieron el profesor Álvaro Ruiz de la Peña y el editor del libro, Benjamín Lebrato.