La de este año en Oviedo -y en Asturias en general- ha sido una primavera dura para los alérgicos al polen. La alta pluviosidad del otoño y la sucesión de días sin lluvia desde el mes de marzo han favorecido concentraciones de pólenes más elevadas que el año pasado y con ello un agravamiento de los síntomas entre las personas que presentan reacciones adversas ante ese alérgeno. Ana Beristain, médico de la unidad de Alergología del Hospital Monte Naranco, afirma que las molestias han aparecido en personas que otros años dejaban atrás la estación sin apenas advertir ningún síntoma, enfermos leves que sin embargo este año han tenido que recurrir al antihistamínico, los colirios y las cremas con corticoides.

"La primavera ha sido algo más dura para los alérgicos este año que el pasado, aunque no algo exagerado", señala Beristain. De todos modos, afirma que en Asturias es mayor la prevalencia de la alergia a los ácaros, que proliferan en otoño, con la humedad y una temperatura moderada, aunque están presentes todo el año. "En Asturias los ácaros dan síntomas los doce meses, los pólenes solo un par", comenta.

Entre los sinsabores de la primavera para los alérgicos al polen y los del otoño para los que lo son a los ácaros, la especialista aconseja "aprovechar el verano".

La buena noticia es que lo peor ya ha pasado. "Estamos terminando la estación polínica. En marzo y abril tuvimos la polinización de árboles -fresno y abedul- y a finales de mayo y la primera quincena de junio, fue la de las gramíneas que no es otra cosa que el césped", refiere la alergóloga.

"Cuando la pluviosidad en otoño es elevada y la primavera trae días seguidos de calor y sol los síntomas de la alergia al polen se agudizan", explica, y este año, a pesar de que el verano no acaba de despegar, ha habido bastantes días sin lluvia y eso, afirma la doctora, "hace que los pólenes caigan".

La contaminación también influye en la concentración de pólenes, pero la médica puntualiza que ese es un factor que está presente "todos los años". Y una curiosidad: "los pólenes de las ciudades o de alrededor de las carreteras son más agresivos que los de las zonas rurales". La razón son unas proteínas que están presentes en ellos por efecto de la polución y que agudizan los síntomas alérgicos. Por si eso no bastara, "las mucosas de los que viven en la ciudad también están afectadas por la contaminación" y ejercen peor su función de barrera frente a las agresiones externas.

Ana Beristain afirma que la alergia al polen puede cursar con síntomas severos, que pueden interferir en la conducción o la realización de tareas que requieren cierta precisión.

Los niveles de polen en la atmósfera ya están bajando notablemente en la región, según la doctora. A la espera de que se deje de sentir su efecto, cuestión de días más que de semanas, los alérgicos pueden echar mano de los tratamientos convencionales: "Los fármacos siguen siendo muy similares a los que se usan desde hace años: antihistamínicos y corticoides por vía tópica".

Ya es tarde para la inmunoterapia -las vacunas- para los alérgicos al polen, muy efectiva, según Beristain, pero solo con efecto preventivo.

Lo más novedoso en terapias contra la alergia es el anti-igE, un anticuerpo que se utiliza en casos de asma pero no es efectivo en alergias al polen.

El Servicio de Salud del Principado (Sespa) recomienda a las personas alérgicas al polen, entre otras medidas para evitar y aliviar los síntomas, emplear filtros de aire acondicionado en vehículos y viviendas; viajar en coche o autobús con las ventanillas cerradas, evitando la bicicleta y la moto; emplear gafas de sol en el exterior y si fuera necesario mascarillas para evitar el contacto con las mucosas de los ojos, la boca y la nariz; limpiarse frecuentemente con agua fresca nariz y ojos; en casa, utilizar frecuentemente el aspirador y limpiar con bayeta húmeda y dormir siempre con ventanas cerradas.