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¿Cómo identificar el síndrome de la rana hervida?

Si ponemos una rana en una olla de agua hirviendo, inmediatamente intenta salir. Pero si ponemos la rana en agua a la temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando la temperatura se eleva de 23 a 28 grados centígrados, la rana no hace nada, e incluso parece pasarlo bien.

A medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida, sabe que algo va mal, pero no está en condiciones de darse cuenta de que debe salir inmediatamente de la olla. Aunque nada se lo impide, la rana se queda allí y hierve. ¿Por qué? Porque su órgano interno para detectar amenazas a la supervivencia está preparado para cambios repentinos en el medio ambiente, no para cambios lentos y graduales.

Podemos decir de un modo más clarificador que las personas nos acostumbramos a las cosas malas hasta un punto en que las vemos normales. A nivel cotidiano este síndrome aparece muchas veces, por ejemplo cuando en una pareja estable, determinadas situaciones negativas o cosas que nos molestan en el otro se van repitiendo con el paso del tiempo y aún así no hacemos nada por cambiar la situación, sino que nos acostumbramos hasta que la relación "muere". Esto no es saludable. Una relación debe basarse en el amor, la compañía, la confianza y el respeto mutuo, así que es algo que puede cambiarse a tiempo.

Pero hay otro nivel quizás más preocupante como es el que se manifiesta en aquellas personas que viven una violencia de género. Muchas veces nos preguntamos acerca de cómo una mujer puede aguantar ciertos niveles de maltrato tan grandes -ya sea físico o mental- y no llega a reaccionar a tiempo, o por qué las personas maltratadas tienen esa relación de dependencia.

Si lo estás viviendo o lo has vivido, puede que lo entiendas un poco mejor. Casi nunca el maltrato comienza con episodios fuertes. En general, el perfil del maltratador es el de una persona amable, que poco a poco va desarrollando conductas poco saludables que implican un maltrato hacia la otra persona. La víctima suele acostumbrarse poco a poco a esto -como la rana al agua cada vez más caliente- para intentar "salvar" la relación. En el mejor de los casos, llega un límite en el que se decide dar fin a ese vínculo.

Si descubres que puedes estar padeciendo el síndrome de la rana hervida, has conseguido algo muy importante, reconocer el primer punto. Ahora, toca armarse de valor y empezar a luchar para cambiar la situación. ¡Suerte!

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