Los rescoldos del incendio de Uría seguirán echando humo en los corazones de los ovetenses durante mucho tiempo por la dramática pérdida del bombero Eloy Palacio, pero las brasas del fuego que arrasó el edificio situado en el número 58 de la vía y que afectó seriamente al ubicado en el 25 de Melquiades Álvarez, continúan perdiendo intensidad a medida que pasa el tiempo. La apertura al tráfico del tramo que permanecía cerrado por el suceso -ya han finalizado las labores de desescombro del inmueble y la fachada está asegurada- supuso ayer un nuevo avance hacia la normalidad en uno de los espacios más concurridos de la capital del Principado.

Después de casi tres meses de desvíos y alteraciones de las rutas, los autobuses urbanos volvieron a recorrer Uría y a recoger viajeros en sus marquesinas. Los repartidores pudieron descargar sus mercancías frente a los negocios a los que sirven y las motos volvieron a circular por la calle como si nada hubiese sucedido. También notaron el cambio los comerciantes, que aseguran haber cerrado una buena caja gracias al tránsito generado con la reapertura de Uría. "Hay muchos más clientes, se ha notado mucho a lo largo de toda la mañaña. Nosotras tenemos una parada de autobús justo enfrente del establecimiento y muchas clientas, sobre todo las mayores, la utilizan para venir y posarse a la puerta", explica Sandra Martínez, la encargada de una peluquería.

Begoña Menéndez, dependienta de una tienda de moda, también tuvo bastante trabajo. "No hemos parado nada hasta ahora", decía a eso de la una de la tarde. "En Uría siempre hay tráfico de gente, está claro que es la calle más importante de la ciudad, pero el hecho de que vuelvan a pasar por aquí los autobuses urbanos es muy importante para los negocios", señala. No en vano, "aparcar el coche en el centro de la ciudad se ha convertido en una tarea imposible y la gente prefiere utilizar el transporte público para ir a hacer sus compras sin tener que preocuparse", asegura la dependienta de un comercio que prefiere conservar el anonimato. "No vaya a ser que me riña la jefa por hablar con la prensa, aunque por otro lado está muy contenta con la apertura de la calle y no creo que hubiese demasiado problema", matiza entre risas.

En las marquesinas colocadas a lo largo de la calle había plena actividad. Adolfo Fernández, por ejemplo, esperaba sentado en una de ellas para desplazarse hasta San Lázaro. Suele acudir "bastante" al centro de la ciudad y mientras estuvo cerrada la calle Uría tenía que coger el autobús en la zona de la plaza San Miguel. "Ya ha vuelto todo a la normalidad. Casi todo se arregla en la vida, el único que ya no podrá arreglar lo sucedido, por desgracia, es el bombero que murió tratando de apagar el incendio", afirma Fernández. Según sostiene, "las líneas de autobús en Oviedo funcionan bastante bien y durante todo este tiempo tampoco ha habido demasiados problemas, sólo que en algunas ocasiones hubo que desplazarse un poco caminando", explica.