El ladrón frustrado del Museo Arqueológico, al que la Fiscalía pide nueve meses de prisión por intentar llevarse un proyectil de piedra del siglo XIV, iba bebido, había fumado droga y no pretendía robar, sino que, más bien y dado su estado, "cometió un acto incívico". Es la tesis que ayer expuso el abogado de J. P. P., un lucense de 36 años acusado de hurtar el bolaño, que podría tener un valor de unos 2.000 euros, según calcularon en el museo.

El juicio rápido se celebró ayer sin la presencia del acusado -innecesaria cuando las penas que se piden son inferiores a dos años- y con la declaración de dos testigos: un vigilante de seguridad del museo y el director del centro, Ignacio Alonso. Ambos describieron cómo en las imágenes de las cámaras de seguridad se puede apreciar la acción en la que el joven, que había accedido al museo a primera hora de la mañana del domingo 19 de junio, cogía un bolaño ubicado en la tercera planta del edificio, una pieza de diez kilos de peso, y la ocultaba bajo la ropa.

Los vigilantes, al percatarse de este hecho, esperaron al acusado bajo las escaleras de emergencia, lugar en el que le retuvieron para llamar a la Policía. En ese momento, el joven no llevaba consigo el objeto sustraído, ya que lo había abandonado en las escaleras, como así reconoció el acusado al ser preguntado por los vigilantes de seguridad.

El alegato de la defensa se fundamentó en la actitud del joven, que "en ningún momento guardó la discreción que se espera de una persona que quiere hurtar un objeto", señaló su abogado, Jesús Álvarez Azurmendi, que considera que debe ser objeto de valoración "la hora y el estado de su cliente".

Y es que, en su declaración, el acusado había reconocido estar bajo los efectos del alcohol e, incluso, haber fumado alguna droga, un hecho que, según su abogado, convierte el suceso más en "un acto incívico que en un robo".

La defensa cree que no se puede demostrar que su cliente se hubiera percatado de que había captado la atención de los vigilantes antes de abandonar la pieza en las escaleras del museo. "Cogió la piedra de un lugar y la depositó en otro", afirmó Azurmendi.

El letrado sostuvo también que no está acreditado el valor histórico-artístico de la piedra. "No existen informes científicos de ningún experto en la materia que lo sostenga, únicamente tenemos la valoración del director del centro, que es arquitecto", señaló.

La Fiscalía del Principado considera que el acusado trató de apoderarse de la pieza sin lograr su propósito de no ser descubierto, ya que no desistió en su actitud en el momento en el que los vigilantes de seguridad dieron con él. "Quizá tuviera previsto volver a por la pieza", sostuvo la fiscal, que recalcó el hecho de que el acusado decidiese no presentarse al juicio.

El ministerio público solicita para el acusado nueve meses de prisión, la inhabilitación para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, el pago de las costas procesales y una indemnización al Museo Arqueológico por el valor de los desperfectos en el bolaño y en la bancada sobre la que estaba depositado. Por su parte, el abogado de la defensa pide la absolución de su cliente. El juicio quedó ya ayer visto para sentencia.