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¿Cómo identificar lo mejor de nuestras vidas?

Dar auténtico valor a las pequeñas cosas, el truco para ser felices

Laia Costa y Jean Reno.

El señor Bertrand (Jean Reno) no logra pronunciar la frase con la que ha de finalizar la película en la que hace de James Bond. No logra articular más allá de "Lo mejor de la vida está en?". Ahí se bloquea, se le resiste la expresión porque la segunda parte del enunciado no logra hacerla suya:

-"¡Corten!... No puedo decir eso, no me entra; no me lo creo", le dice Bertrand al director.

-"¡Si esa frase es la clave de la película, siempre ha estado ahí; no puedo quitarla, no puedo reescribir el guión!", le responde el director y guionista.

-"Parece una frase sacada de un libro de autoayuda", concluye ofuscado Bertrand.

Poco después, el director le comunica que tendrá tiempo para hacer suya la frase pues ha de posponerse el rodaje durante cuatro días (los que tardan en llegar de Londres las nuevas maquetas del barco)? No ha de preocuparse; para este tiempo le conseguirán un "guía fantástico"? Aparece Laia (Laia Costa), su joven, detallista y alegre guía para los próximos cuatro días. Laia incluso decide entregarle su primer guión de corto para que el famoso actor lo lea y le dé su opinión.

-"¿Qué pasaría si te dijese que tu guión es pueril, superficial y absolutamente innecesario? ", le dice Bertrand a su guía Laia.

-"¿Lo ha leído?", pregunta ella.

-"No, y no me hace falta porque con una vida tan corta como la tuya, ¿cómo puedes escribir algo que no sea como lo que te acabo de decir: pequeño", le contesta desabrido y vertiéndole sus prejuicios.

Pero el modelo de actitud de la joven guía ha hecho mella en actor en tan solo cuatro días. En la noche del cuarto día Bertrand se acerca a Laia: "¡Gracias por estos días!", logra decirle a ella, al tiempo que le pide disculpas que Laia acepta.

En ese momento se sorprende gratamente de que es capaz de decir de carrerilla la frase íntegra. En ese logro ha tenido mucho que ver Laia, su guía. Ahora ya está preparado para afrontar la última escena:

"Esta vez ha faltado poco; ¿has averiguado algo?", le dice la chica Bond (Berta Vázquez) a James Bond, al llegar éste a nado a la orilla de la playa después de saltar de un barco tras un par de explosiones.

"Sí, que lo mejor de la vida está en saber disfrutar de las pequeñas cosas", asegura el actor.

El director del corto es Alberto Rodríguez. Y la frase final cierra un telón imaginario que invita a abrir de inmediato "La felicidad de las pequeñas cosas", libro de Antonio San José donde se diseminan esas pequeñas cosas, esas estancias, atmósferas cautivadoras a las que evocan y convocan ya los epígrafes de sus capítulos. No pertenecen tanto al reino de lo monetario como al de la conquista, parecen ser nimias pero no lo son. Hay quien apuesta por calzarse unos zapatos viejos, saborear unos churros, visitar una tienda de ultramarinos o volver a escuchar una canción que remueve los cementerios de nuestra memoria.

Pero hay muchas más sugerencias. El autor, en el último capítulo ("Llegar a casa"), dice que "la dimensión sencilla es siempre la más auténtica, aquella en que no cabe la impostura", y añade ya al final del libro: "Y regresaré a casa para retomar la aventura de la cotidianidad en la que también es posible el encanto de lo habitual".

Quizás el bloqueo inicial y reiterado en la frase inacabada de Bertrand vino propiciado porque hasta entonces ponía el listón de las pequeñas cosas a la altura de la frase atribuida a Groucho Marx: "Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna".

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